Estados Unidos reclamó ayer en la ONU más presión sobre el régimen de Corea del Norte para forzarlo a abandonar su programa atómico, argumentando que la "amenaza de un ataque nuclear sobre Seúl o Tokio es real".

La tensión generada por las últimas pruebas balísticas norcoreanas y el empeño de Washington de pararle los pies a Kim Jong-un, aunque sea a costa de emplear una retórica prebélica, depararon ayer un duro intercambio de opiniones en el Consejo de Seguridad. Todo ello después de que el presidente estadounidense, Donald Trump, afirmara que "existe la posibilidad de que acabemos teniendo un gran, gran conflicto con Corea del Norte. Totalmente".

A las exigencias de EE UU en Naciones Unidas, China, valedor de Pyongyang, y Rusia respondieron que el diálogo es la única salida posible. Y Moscú advirtió que el régimen norcoreano no dará marcha atrás mientras se sienta amenazado por la presencia militar de EE UU en la región.

"Dada la creciente amenaza, ha llegado el momento de que todos pongamos nueva presión sobre Corea del Norte", dijo el secretario de Estado estadounidense, Rex Tillerson, quien presentó el desafío de Pyongyang como "el asunto de seguridad más acuciante del mundo".

"Durante los últimos veinte años, los esfuerzos bienintencionados (...) han fracasado", dijo Tillerson, quien recalcó que el tiempo de la "paciencia estratégica se ha acabado". Y subrayó que las herramientas diplomáticas y financieras deben estar respaldadas por una "disposición a contrarrestar la agresión norcoreana con acciones militares".

"Preferimos una solución negociada a este problema. Pero estamos comprometidos a defendernos a nosotros y a nuestros aliados", aseguró. Y reclamó un "nuevo enfoque", con más "presión diplomática y económica" sobre la dinastía comunista, que ya es objeto de duras sanciones pactadas en el Consejo de Seguridad, informa Efe.

En ese aumento de la presión económica sobre Pyongyang, Tillerson cree que China, como aliado y principal socio comercial, tiene un papel crucial. Pero Pekín, que lleva años distanciándose paulatinamente del régimen norcoreano y que ha apoyado en la ONU sanciones en su contra, propone que EE UU y Corea del Sur renuncien a sus vistosas maniobras militares en la zona -y el primero, además, al escudo antimisiles- para tener argumentos con los que forzar a los norcoreanos a renuncian a su programa atómico. Tillerson se negó en rotundo, pues eso sería como premiar el "mal comportamiento" de Corea del Norte.

Mientras tanto, Trump se dirigió a la convención de la Asociación Nacional del Rifle (NRA), el mayor grupo de presión a favor de la posesión de armas, asegurando a sus miembros que tienen un "amigo" en la Casa Blanca que no actuará nunca contra el derecho a portar armas.