El presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, lanzó ayer una nueva purga contra la policía y el aparato judicial en la que fueron detenidas no menos de 1.120 personas, acusadas de pertenencia a la red del clérigo islamista Fethullah Gülen, su antiguo aliado, al que el Gobierno de Ankara acusa de estar detrás del fallido golpe de Estado del pasado 15 de julio.

La operación, que afecta a todo el país, y podría prolongarse una semana, pretende capturar hasta a 7.000 "imanes secretos" de Gülen, que se habrían infiltrado en las instituciones públicas. En ella participan unos 8.500 policías y agentes de inteligencia. El gobierno turco acusa a Gülen, exiliado en EE UU, de crear un "Estado paralelo" infiltrando a sus seguidores en la administración, la judicatura, el ejército y la policía.

Entre las más de 110.000 personas que han sido detenidas acusadas de "gülenismo" tras la asonada, hay más de 40.000 que permanecen encarceladas en espera juicio: 10.000 policías, 7.000 soldados y 168 generales, así como 2.000 jueces y fiscales. Además, el Gobierno de Erdogan ha suspendido por decreto a más de 130.000 empleados públicos.

En el exterior, EE UU y Rusia se quejaron de bombardeos lanzados por Turquía en Siria e Irak contra fuerzas kurdas, ya que, dijeron, Ankara apenas avisó con tiempo a las fuerzas internacionales activas en esas zonas. EE UU aseguró que Turquía les avisó con menos de una hora. "No es la coordinación que se espera de un socio en la lucha contra el yihadismo", dijo una fuente oficial.