La ultraderechista Alternativa para Alemania (AfD) humilló ayer a su líder, la copresidenta y "rostro" mediático del partido, Frauke Petry, y optó por encarar un giro hacia una mayor radicalidad.

La jornada de apertura del congreso del partido, en Colonia, reflejó la debilidad de Petry entre sus bases. Ni siquiera logró que se sometiera a debate una moción destinada a preparar al partido para un futuro en el que, opina Petry, debe ir hacia una vía "realista", con el objetivo de buscar remedio a su caída en los sondeos. La AfD ha pasado en las encuestas para las generales de septiembre de recoger entre un 11% y un 13% del voto, lo que la convertía en la tercera fuerza política, a quedarse en un 8% que la sitúa por detrás de cristianodemócratas (CDU), socialdemócratas (SPD) y La Izquierda.

No hay que ceder el espacio a las "minorías más ruidosas" de la AfD, dijo Petry en su discurso de apertura, recibido con ovaciones, pero al que le siguieron varios reveses, como el rechazo de su moción. Petry vio cómo se aclamaba a su copresidente, Jörg Meuthen, quien llamó a combatir la "extranjerización" de Alemania y defendió que con la "voluntad de integración" no basta y que quien aspira a vivir en el país debe "asimilar" su cultura directriz.

Fue una dura jornada para Petry, quien por momentos abandonó las sesiones -embarazada de nueve meses y acompañada de su esposo y líder del partido en el "land" de Renania del Norte-Westfalia, Marcus Pretzell-, para regresar luego algo recuperada.

Tras meses de confrontación con el ala más radical, Petry anunció tres días antes del congreso que no encabezará su lista en las generales del próximo 24 de septiembre. Petry había funcionado hasta ahora como elemento "captador" de electorado fuera del espectro más estrictamente ultraderechista -el llamado voto de protesta- y con ella la AfD ha entrado en once de las 16 cámaras regionales del país.