La campaña de las presidenciales francesas sigue arrojando sorpresas que nada tienen que ver con los programas de los candidatos. El ministro del Interior, el socialista Bruno Le Roux, de 51 años, dimitió ayer por la tarde, pocas horas después de que la Fiscalía Anticorrupción le abriera una investigación por haber contratado como ayudantes parlamentarias a sus dos hijas entre 2009 y 2016. El caso presenta toda la apariencia de un fraude de empleos ficticios, ya que, según la cadena TMC, las menores tenían 15 y 16 años cuando las contrató Le Roux, hombre del aparato socialista fiel al presidente Hollande desde hace años.

El nuevo escándalo sigue la estela de los empleos ficticios del candidato presidencial conservador, François Fillon, quien contrató a su esposa y a dos de sus hijos como ayudantes parlamentarios, sin que se haya encontrado constancia alguna de que desempeñaran efectivamente el trabajo. La pasada semana se desveló, además, que los hijos de Fillon transfirieron parte de sus remuneraciones a una cuenta de su padre.

El culebrón Fillon, que le ha costado bajar hasta el tercer puesto de unas encuestas que encabezaba hasta que saltó el escándalo, se enriqueció ayer con la revelación de que, en 2015, el ex primer ministro cobró unos 46.500 euros de un millonario libanés que quería entrevistarse con el presidente ruso, Vladimir Putin, y el presidente de la petrolera Total, Patrick Pouyanné. Sin ser ilegal, esta mediación arroja dudas sobre posibles conflictos de interés de Fillon en el caso, poco probable, de que se hiciera con la Presidencia de la República. Entre 2012 y 2015, Fillon rentabilizó su agenda con una consultora que le reportó al menos 750.000 euros.

La dimisión de Le Roux llegó al día siguiente de que, el lunes, se celebrase el primer debate televisivo entre candidatos presidenciales. Sólo fueron convocados a la cita, animada y a ratos tensa, los cinco favoritos: la ultra Le Pen, el socioliberal Macron, el conservador Fillon, el izquierdista Mélenchon y el socialista Hamon.

Los primeros sondeos tras el debate, que duró unas tres horas, aseguran que Macron (29%), pese a ser novato en esas lides, se mostró convincente y se llevó la palma, por delante de Mélenchon (20%), Le Pen (19%) y Fillon (19%), quien logró que el escándalo de los empleos ficticios no dominase el debate. Por su parte, las dos encuestas presidenciales publicadas ayer muestran a Le Pen estable en su primera posición (26% y 27%) y a Macron en leve alza (25,5% y 24%). El promedio de encuestas más difundido daba ayer, para la primera vuelta, un 27% a Le Pen y un 25% a Macron.

Ambos fueron el blanco de la mayoría de los ataques. Macron no pudo evitar ponerse nervioso a veces, sobre todo ante los dardos del socialista Hamon, que lo calificó de candidato de los grandes grupos de interés.