El ministro alemán de Exteriores, Sigmar Gabriel, rechazó ayer la polémica idea de su homólogo austríaco, Sebastian Kurz, de crear campos de refugiados administrados por la ONU en Libia y Túnez para internar en ellos a quienes llegan de modo irregular a Europa por el Mediterráneo.

Para Gabriel, el pacto de la UE con Turquía para que acoja de vuelta a los refugiados llegados a las islas griegas no se puede copiar en esos países norteafricanos. "La diferencia es que en Turquía hay un Estado, más allá de que nos guste o no cómo actúa, y que en Libia no lo hay", subrayó el ministro socialdemócrata. En cuanto a Túnez, Gabriel expuso que "la creación de centros de acogida de refugiados, que se llenarían de ciudadanos de otros países, podría desestabilizar la aún débil situación" en el único país que, tras vivir una de las revoluciones de la "primavera árabe" está consolidando su democracia.

Pese a la oposición alemana, el austriaco Kurz se felicitó del debate abierto en el interior de la UE y consideró que su idea "tiene la posibilidad de ser apoyada mayoritariamente" en el club comunitario. La propuesta austriaca se inspira en una polémica medida adoptada por Australia, que ha optado por internar en islas a los refugiados que le llegan por mar.

Fuentes del Gobierno húngaro anunciaron, mientras tanto, que el país ha comenzado ya la construcción de una segunda valla en la frontera con Serbia para impedir la entrada de refugiados, un proyecto que costará 123 millones de euros. El coste de la segunda valla incluye la ampliación de los campos de internamiento donde Budapest planea recluir a quienes entren irregularmente en el país mientras dure la tramitación de sus solicitudes de asilo.