Los secretarios de Estado y de Seguridad Nacional de EE UU, Rex Tillerson y John Kelly, viajaron ayer a México para conversar con las autoridades locales sobre las políticas migratoria y de fronteras de la administración Trump. El presidente de EE UU advirtió a Tillerson, un lego en política exterior, que el viaje sería difícil, por las discrepancias sobre repatriación de indocumentados, muro fronterizo y renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

Kelly, general de tres estrellas encargado de proteger las fronteras y garantizar el cumplimiento de las leyes migratorias, prometió que "no habrá deportaciones masivas", que se actuará "conforme a la ley y respetando los derechos humanos", y que tampoco se recurrirá a "fuerzas militares en operaciones migratorias". Kelly y Tillerson hicieron una comparecencia conjunta con los secretarios mexicanos de Exteriores, Luis Videgaray, y de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, en la que no se admitieron preguntas.

Kelly precisó que las deportaciones "pondrán el foco en gente con antecedentes". Esta misma semana, el general firmó directivas que hacen deportable a cualquier indocumentado que incurra en infracción, se halle a la distancia que se halle de la frontera y lleve el tiempo que lleve en EE UU.

También reveló Kelly que se abordó "la necesidad de reducir las causas de expulsión de migrantes de Centroamérica". El Gobierno mexicano advirtió el miércoles a Washington que si deporta a centroamericanos lo tendrá que hacer a sus países de origen, ya que México no está dispuesto a que se los dejen en la frontera.

Respecto al tráfico de armas y drogas, Tillerson anunció la coincidencia bilateral en "mantener la ley y el orden en toda la frontera y desarticular las redes que transportan drogas y personas a EE UU". El canciller Videgaray relató a la prensa que México expresó a los dirigentes estadounidenses "preocupación e irritación ante lo que se percibe como políticas que pueden ser perjudiciales para los mexicanos".

Dentro de EE UU, la filtración de 6.000 correos del nuevo director de la Agencia de Medio Ambiente, Scott Pruitt, reveló sus profundas connivencias y sumisión hacia las empresas petroleras y eléctricas cuando era fiscal general de Oklahoma.

La "fontanería" de la Casa Blanca tomó, entre tanto, la palabra para ensalzar a Trump, con motivo de la Conferencia anual de Acción Política Conservadora (CPAC). Lo hizo el jefe de estrategía, el agitador ultraderechista Steve Bannon, quien aseguró que el magnate cambiará el país para "los próximos 40 años". El jefe de gabinete, Reince Priebus, hizo declaraciones similares.