La líder del ultraderechista Frente Nacional (FN) francés, Marine Le Pen, lanzó ayer su carrera al Elíseo al calor de los "éxitos" cosechados por el "Brexit" en el Reino Unido y Donald Trump en EE UU, que ella está convencida de que podrá repetir. Ante 3.000 personas y en Lyon -la misma plaza que el sábado eligió a Emmanuel Macron, segundo en los sondeos, para propulsarse hacia la Presidencia de la República-, Le Pen se presentó como "la candidata del pueblo" y afirmó que "lo imposible es posible", en referencia también a su símbolo de campaña, una rosa azul.

La dirigente del FN basó gran parte de su discurso en arremeter contra la globalización económica y el fundamentalismo islamista: "Dos totalitarismos que amenazan Francia". La UE fue otra de sus dianas, por ser "un fracaso que no ha podido cumplir con ninguna de sus promesas". Por eso ha prometido salir del euro y someter a referéndum la permanencia en el bloque.

Pero fue con los asuntos de seguridad e inmigración con los que consiguió que su entregado público la ovacionara levantándose de los asientos.

"Un extranjero clandestino nunca podrá ser regularizado y, por tanto, nunca naturalizado", aseguró la ultraderechista, que en su programa aboga por limitar a 10.000 personas el saldo migratorio entre entradas y salidas en el país. "Los que vengan a Francia es para que vivan en nuestro país, no para que impongan sus costumbres y, si no les gusta, que se hubieran quedado en sus casas", dijo en referencia a los problemas de integración de la comunidad musulmana, ante lo que el público gritó "Esta es nuestra casa".