Arrecia la escalada de tensión entre Irán y el Gobierno de Donald Trump. El régimen de Teherán respondió ayer doblemente a las sanciones impuestas por Estados Unidos la víspera. Primero, con una acción recíproca; segundo, con maniobras militares que incluyen nuevas pruebas de misiles balísticos.

El viernes, cinco días después de que Irán efectuara un ensayo con un misil balístico de alcance medio, una acción considerada "inaceptable" por Trump, el Departamento del Tesoro impuso sanciones a trece individuos y doce entidades relacionados con el programa de misiles balísticos de Teherán, a cuyo régimen vuelve a acusar EE UU de apoyar el terrorismo. Irán es uno de los siete países afectados por el veto migratorio de Trump.

Lejos de amilanarse, el régimen de los ayatolás anunció, ya el viernes por la noche, la imposición de "restricciones legales a un número de individuos y entidades (estadounidenses) implicadas en la financiación y apoyo a grupos extremistas en la región". Pero, además, el cuerpo de élite de los Guardianes de la Revolución comenzó ayer una serie de ejercicios militares con el objetivo de "mostrar la capacidad y preparación (de Irán) para actuar contra cualquier amenaza y desestimar las sanciones".

"Jugando con fuego"

Las amplias maniobras incluyen la prueba de sistemas de misiles y de radar. Sin embargo, Irán insiste en que su sistema de misiles "solo tiene fines defensivos y es para portar armas convencionales". El ministro iraní de Exteriores, Mohamad Yavad Zarif, aseguró el viernes que su país "nunca va a iniciar una guerra" y que solo usará sus armas "en defensa propia". Trump había advertido a Irán poco antes: "Está jugando con fuego".

Su secretario de Defensa, James Mattis, acusó ayer a Irán de ser "el mayor patrocinador estatal del terrorismo en el mundo". A lo que Teherán respondió que su país "no es un problema para la región", sino una nación que "puede ayudar a resolver" las crisis de Oriente Medio.