La tensión desatada entre México y EE UU por la firma, el miércoles, del decreto presidencial que ordena el inicio de la construcción del muro fronterizo desembocó ayer por la tarde en la cancelación de la visita que, el próximo martes, tenía previsto girar a la Casa Blanca el presidente mexicano, Antonio Peña Nieto.

La cancelación vino precedida de una espiral de declaraciones que comenzó el mismo miércoles. Poco después de que el presidente de EE UU, Donald Trump, firmase el decreto proliferaron los llamamientos de políticos mexicanos para que Peña Nieto anulase el viaje. Mientras tanto, en Washington, los ministros mexicanos de Exteriores y de Economía se reunían con delegados de Trump en la Casa Blanca. La delegación mexicana filtró su malestar por haber sido acogida con el decreto.

El tenor de las conversaciones bilaterales no debió ser muy aleccionador, porque, a primera hora de la tarde de ayer, Trump se despachó con uno de sus habituales tuits: "Si México no está dispuesto a pagar el tan necesario muro, entonces sería mejor cancelar la inminente reunión (con Peña Nieto)", escribió. Acto seguido llegó la cancelación y, un par de horas después, el portavoz de Trump anunciaba que EE UU pretende que México pague el muro con un arancel del 20% a sus exportaciones a EE UU, inviable mientras siga vigente el acuerdo de libre comercio.

El muro, una valla de más de 3.000 kilómetros de la que ya están construidos unos mil, no tiene un futuro claro, ya que la asignación de fondos tiene que ser aprobada por el Congreso, donde suscita reticencias incluso entre los republicanos. Se estima que su construcción costaría unos 20.000 millones de dólares, a los que habría que sumar otros 13.000 millones anuales para el mantenimiento, que incluye el numeroso personal por desplegar. El decreto prevé contratar a 5.000 agentes fronterizos y reforzar el servicio de inmigración con 10.000 empleados.

La otra pata fuerte de la jornada de Trump fueron unas declaraciones hechas a la cadena ABC en las que aseguró que la tortura conocida como ahogamiento simulado "funciona" para obtener información de detenidos, por lo que la Casa Blanca estudiará con el Pentágono y la CIA_si se restaura, como otras prácticas de tortura. La OTAN advirtió al magnate que sus operaciones se hacen siempre "de conformidad con el Derecho Internacional". Respecto a las cárceles secretas, a las que, según la prensa, Trump piensa recurrir de nuevo, Polonia y Lituania anunciaron que no permitirán que EE UU vuelva a instalarlas en sus territorios.