Se llama Anis Amri y es el hombre más buscado de Europa. La Policía alemana cree a este tunecino de 24 años responsable del atentado del lunes en un mercadillo navideño de Berlín, en el que doce personas murieron arrolladas por un camión que, se cree, conducía Amri. Se advierte de que es peligroso y va armado, y se ofrecen hasta 100.000 euros de recompensa por cualquier información que permita dar con su paradero.

El joven -que estuvo bajo la vigilancia de las fuerzas de seguridad germanas hasta el pasado mes de septiembre- es el principal sospechoso del ataque, una vez que el único detenido tras el atentado, un paquistaní, quedara el martes por la tarde en libertad, poco antes de que el autoproclamado Estado Islámico (EI) reivindicara el múltiple y mortal atropello como acción propia.

Ahora, la Fiscalía Federal y la Oficina Federal de Investigación Criminal (BKA) reclaman a los ciudadanos su colaboración y han difundido fotografías de Amri. Unas imágenes que ya obraban en su poder como parte de la solicitud de asilo que el joven tunecino tramitó y que el Gobierno de Angela Merkel le denegó el pasado mes de junio.

Amri, pues, ya figuraba en las bases de datos de personas peligrosas que manejan las fuerzas antiterroristas alemanas, pero ahora los investigadores lo buscan porque una documentación a su nombre fue encontrada en la cabina del camión polaco con el que se perpetró el atentado, que también dejó 48 personas heridas, 18 de ellas en un estado que hace temer por su vida.

El documento en cuestión es el certificado que le fue expedido a Amri cuando se rechazó su petición de asilo. Ese papel, que se dejó deliberadamente -o no- en el camión, es el que le permitía seguir en suelo alemán.

No obstante su condición de principal sospechoso, el ministro del Interior, Thomas de Maizière, curándose en salud después de lo ocurrido con el paquistaní, precisó que se trata exactamente de eso, "un sospechoso, pero no obligatoriamente del autor" del atentado.

El responsable de Interior del Estado de Renania del Norte-Westfalia, Ralf Jäger, había explicado antes que fueron las autoridades de ese territorio las que iniciaron las investigaciones sobre Amri por su presunta implicación en un "delito grave contra la seguridad del Estado". Las pesquisas, sin embargo, las llevaba ahora Berlín, donde el joven residía desde febrero.

Las autoridades de la capital explicaron más tarde que mantuvieron al joven vigilado desde marzo hasta septiembre ante las sospechas de que pretendía cometer un robo para comprar armas automáticas y, presuntamente, perpetrar después un atentado, pero el operativo se cerró al no hallarse pruebas que sustentaran las acusaciones.

El centro de coordinación antiterrorista, con el que comparten información las diferentes administraciones regionales, cuerpos policiales y los servicios secretos, intercambió datos sobre su caso por última vez el pasado mes de noviembre.

Según explicó Jäger, entró en Alemania a través del estado de Baden-Württemberg -una ruta menos frecuentada que las de Baviera- entre junio y julio de 2015 y desde entonces había demostrado una "alta movilidad".

Su expulsión había quedado en suspenso porque no se contaba con la documentación necesaria; Túnez, reveló Jäger, negó durante cierto tiempo que se tratara de un ciudadano suyo y no envió los papeles requeridos hasta ayer, dos días después del atentado, informa "Efe".

Amri era sospechoso de mantener vínculos con círculos islamistas en Alemania y, según el diario "Süddeutsche Zeitung", se cree que estaba relacionado con una red que lideraba Abua Walaa, detenido el pasado noviembre en Alemania y acusado de captar y adiestrar jóvenes para enviarlos a combatir con el EI en Siria e Irak.