La voluntad republicana de investigar en el Congreso las injerencias de Rusia en las presidenciales revela que el conflicto entre Trump y el partido sigue abierto. Contra pronóstico, el magnate se hizo con la Casa Blanca y los republicanos mantuvieron el Legislativo, pero el conflicto sigue abierto. Porque la pugna de fondo, como revela la composición del Gobierno más milmillonario de la historia, se libra entre negociantes y políticos. Entregar los mandos a especuladores y ejecutivos reforzados por generales, prescindiendo de los molestos mediadores, es un viejo sueño de la involución plutocrática iniciada con Reagan. Trump ensaya un modelo expansivo aplicable a Estados y municipios, así que no sería extraño que el gurú Lichtman, quien predijo su victoria electoral, haya acertado al anticipar que el conflicto se cerrará cuando el aprendiz sea depuesto por un "impeachment" republicano.