Las autoridades francesas dieron ayer por terminada la evacuación del campamento de inmigrantes de Calais, el mayor del país y conocido como "la jungla", en el tercer día de la operación, mientras buena parte del mismo ardía. Un grupo de antidisturbios alejó a los últimos residentes del poblado chabolista, habitado hasta el lunes por unas 6.500 personas, para evitar desgracias personales a causa de los múltiples incendios.

Las autoridades calcularon por la tarde que quedaban unas 1.000 personas sin registrar en el centro de selección abierto a pocos metros del campamento para acoger a cuantos quisieran ir a uno de los 450 albergues abiertos por el Ejecutivo en toda Francia. Parte de esas personas han explicado que no quieren marcharse porque su intención sigue siendo pasar al Reino Unido clandestinamente.

Fuentes oficiales precisaron que cuatro afganos fueron arrestados como acusados de los incendios declarados en la "jungla" e insistieron en que muchos de los fuegos responden a una tradición de los inmigrantes, en particular los afganos, de quemar las casas antes de abandonarlas.

Con la evacuación se pone fin a 18 meses de asentamiento ilegal. La prefecto de Calais, Fabienne Buccio, declaró ayer por la tarde que toda la "jungla" estaba deshabitada, lo que permitió el inicio de su destrucción física mediante la entrada de excavadoras pesadas.