La evacuación organizada del campamento de inmigrantes de Calais, el mayor de Francia, comenzó ayer sin sobresaltos, con el traslado a centros de refugiados repartidos por todo el territorio de más de 2.300 de los entre 6.000 y 8.000 inmigrantes que lo habitaban.

En medio de una enorme espectación mediática y de impresionantes medidas de seguridad, la operación comenzó a primera hora de la mañana con largas filas de espera en la entrada del centro de selección de los inmigrantes.

Provistos de maletas y de los pocos enseres que arrastran, los ocupantes del campamento situado al norte de Francia bautizado como la "jungla" se precipitaron hacia los autobuses en los que iban a ser trasladados a los centros provisionales donde serán estudiadas sus demandas de asilo.

Tan buena fue la respuesta que poco más de media hora después de la apertura, ya se había llenado el primer autobús. El flujo fue reduciéndose a lo largo del día y en las horas finales apenas un goteo de extranjeros iba llegando a los autobuses, lo que impidió llegar a la cifra de 3.000 traslados prevista.

En total partieron 45 autobuses que trasladaron a 1.918 adultos y unos 400 menores a diferentes centros, según las cifras que comunicó el ministro francés del Interior, Bernard Cazeneuve.

El Gobierno francés, que se había comprometido a desmantelar Calais proponiendo soluciones humanitarias de realojo a todos sus habitantes, ganó la batalla de la imagen.

Sin imponer medidas coercitivas, el Ejecutivo consiguió que fueran miles los inmigrantes de Calais que aceptaran abandonar un campamento que el presidente, el socialista François Hollande, se comprometió a cerrar antes de que acabe el año.

Pero el Gobierno no proclama aún victoria. Sabedores de lo delicado de la operación, preconizan la prudencia, puesto que el escollo más duro de superar será el de aquellos inmigrantes que prefieren seguir a toda costa en Calais, el punto más cercano al Reino Unido, su destino soñado.

Según las asociaciones humanitarias, unos 2.000 rechazan ir a otros puntos de Francia pese a que allí les prometen mejores condiciones de vida.

Son una mayoría de afganos, que tienen familia o allegados al otro lado del Canal de la Mancha y que están dispuestos a pagar fuertes cantidades de dinero y a arriesgar su vida para cruzarlo.

Cuando llegue su turno, Francia "actuará en consecuencia", según indicó a Efe el portavoz del Ministerio del Interior, Pierre-Henri Brandet, que recordó que, por el momento, prefieren convencerles de que abandonen Calais.

Mañana está previsto que continúe el traslado de los extranjeros y que comiencen en el campamento las labores de demolición de las instalaciones, que se harán en un primer momento de forma "suave", antes de dar paso en los días sucesivos a las excavadoras.