El primer ministro húngaro, Viktor Orbán, trató ayer de movilizar al electorado para el referéndum que se celebra hoy sobre el sistema comunitario de reubicación de refugiados, ante el posible fracaso de la consulta por falta de quórum.

Pese a los insistentes mensajes del Gobierno y del propio Orbán de que el plebiscito es un asunto crucial que puede decidir el futuro de Hungría, varias encuestas apuntan que no se alcanzará el 50% de votos válidos para que la consulta sea legal.

Una abrumadora mayoría votará "no" a la pregunta de la consulta: "¿Quiere que la UE disponga, sin el consentimiento del Parlamento (de Hungría), sobre el asentamiento obligatorio de ciudadanos no húngaros en Hungría?", pero la alta abstención amenaza su validez.

El Gobierno propugna ese "no", al igual que la ultraderecha, mientras que la oposición de centro-izquierda ha pedido que no se acuda a las urnas y otras agrupaciones civiles piden votar pero hacerlo de forma nula.

Organizaciones de defensa de los derechos humanos nacionales e internacionales han criticado la consulta como una forma de criminalizar a los refugiados.

El conservador Orbán se opone de plano al sistema de reubicación de refugiados entre los países de la Unión Europea (UE), que prevé para Hungría aceptar a poco menos de 1.300 solicitantes de asilo en un país de casi 10 millones de habitantes.

Hasta ahora Hungría no ha reubicado a ningún refugiado de su cuota y ha impugnado la decisión de la UE ante el Tribunal Europeo de Luxemburgo.