El candidato republicano a la vicepresidencia de EE UU, Mike Pence, se desmarcó ayer de Donald Trump y mostró su respaldo al presidente de la Cámara Baja, Paul Ryan, que defiende su escaño por Wisconsin. Pence afirmó que él apoya a Ryan porque es un "viejo amigo" y "un líder conservador fuerte" que, de ser reelegido, hará "grandes cosas". No obstante, pese a la poca sintonía entre el magnate y su compañero, éste explicó que Trump le había animado hablar bien de Ryan.

La sangría en el cuartel general de Trump no cesa. Según informó la cadena ABC, el presidente del Comité Nacional Republicano, Reince Priebus, llamó ayer a Trump para comunicarle su frustración con el desarrollo de la campaña y, en particular, con cómo ha manejado el magnate su enfrentamiento con los padres musulmanes del capitán del ejercito estadounidense muerto en Irak.

Mientras, de acuerdo con la cadena CNN, parte del equipo de asesores de Trump, entre ellos su jefe de campaña, Paul Manafort, "sienten que están perdiendo el tiempo", dadas las frecuentes polémicas que protagoniza el magnate.

La cadena ABC va más lejos y afirma que altos funcionarios del partido están explorando incluso cómo reemplazar a Trump, algo que se contempla en los estatutos del Partido Republicano. No obstante, no existe ningún mecanismo para forzar al candidato a renunciar a la nominación y hasta ahora Trump no ha dado ninguna señal de estar pensando en abandonar la carrera por la Casa Blanca.

Mientras, la consejera delegada de la empresa tecnológica Hewlett Packard, Meg Whitman, una destacada donante conservadora, y el legislador republicano por Nueva York Richard Hanna se sumaron a la lista de desencantados con el magnate y anunciaron que apoyarán en noviembre a la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton.

Por si fuera poco, Trump expulsó de uno de sus mítines del lunes a un bebé que lloraba y a su madre, que trataba de calmar al pequeño.