El plan de deportación sistemática de refugiados a Turquía desde la UE -principalmente desde las islas griegas del Egeo- recibió ayer el pistoletazo de salida con la llegada al puerto turco de Dikili de 202 personas a bordo de tres embarcaciones procedentes de Lesbos y Quíos. Los deportados son, sobre todo, pakistaníes, bengalíes y afganos, que, según informó el Gobierno de Ankara, serán expulsados luego a sus países de origen.

En cuanto a los sirios que sean deportados en próximos viajes, "se enviarán directamente desde las islas griegas en avión al aeropuerto (turco) de Adana", desde donde serán repartidos en campamentos y centros de acogida del sureste del país, según Ankara.

El ministro turco de Asuntos Europeos, Volkan Bozkir, explicó que desde Dikali los deportados fueron trasladados a centros de internamiento situados en la provincia de Kirklareli, fronteriza con Bulgaria. Bozkir aseguró que en esta primera remesa no había aún ciudadanos sirios, aunque estimó que estos representarán el 70% de quienes sean deportados.

En el otro platillo de la balanza, un grupo de 16 refugiados sirios llegó a Hannover en un vuelo regular desde Turquía. Con posterioridad se esperaba la llegada a Alemania de otro grupo de 16 refugiados sirios, mientras que Finlandia debía ser el destino de otros once. Ninguna de las dos llegadas había sido confirmada hasta anoche.

De conformidad con los acuerdos alcanzados entre la UE y Turquía en marzo, la Unión se compromete a acoger de modo regular a un refugiado sirio por cada uno que sea devuelto a Turquía tras haber llegado al territorio comunitario por métodos considerados irregulares. Las personas llegadas a la UE antes del 20 de marzo no serán devueltas. Numerosas organizaciones de Derechos Humanos consideran que el pacto viola la legalidad internacional, pues, aunque las órdenes de devolución no sean colectivas sino individuales, la deportación es en sí misma colectiva. El Gobierno turco negó que se haya establecido un tope de 72.000 personas para los envíos a Europa a cambio de deportados.

La canciller alemana, Angela Merkel, y el primer ministro turco, Ahmet Davatoglu, insistieron ayer, sin embargo, en que la deportación masiva recién iniciada "se ajusta" al derecho internacional y expresaron su convicción de que la operación se desarrollará "con éxito".

Desde Ankara, el presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, recordó que su país alberga ya a millones de refugiados -entre 2,5 y 2,7 millones son sirios- y subrayó que si acepta recibir a más no es por el dinero ofrecido por la UE como contrapartida -3.000 millones de euros ampliables a 6.000-, sino por "piedad". "Aceptamos a los refugiados por piedad, porque es sabido que dar es más importante que recibir. Hay quien habla de mil o dos mil refugiados y nosotros hablamos de millones. Y dicen que nos dan dinero. No los acogemos por dinero", insistió Erdogan.