El aparato del Partido Republicano de EE UU ha llegado a la conclusión de que se le está agotando el tiempo para evitar que el magnate Donald Trump sea su candidato a la Casa Blanca. En opinión de los jerarcas del partido del elefante, Trump, con su discurso xenófobo y populista, es de lejos la mejor opción para que la demócrata Hillary Clinton se dé un paseo en los comicios del 8 de noviembre.

Tras la victoria del magnate en la macrojornada electoral del martes -el célebre supermartes en el que obtuvo 237 delegados, por 209 de Cruz y 94 de Rubio-, los movimientos en su contra se prodigan a diestro y siniestro, encabezados por los dos candidatos presidenciales derrotados por Obama: Mitt Romney (2012) y John McCain (2008).

Romney -que, por supuesto, elude hablar del apoyo financiero que le prestó Trump en 2012- le lanzó el miércoles un duro ataque en el que lo calificó de "farsante que llevaría al país al abismo", como llevó a la ruina a quienes se inscribieron en su universidad fantasma, a la vez que intentó desacreditar su trayectoria empresarial afirmando que "heredó sus negocios, no los creó". McCain, haciendo honor al perfil discreto que exhibió en las elecciones de 2008, se solidarizó enseguida con su "amigo Romney" y aseguró que comparte con él "sus preocupaciones sobre Trump".

En la estela de Romney y Trump, 50 especialistas republicanos en política exterior alertaron el jueves sobre la catástrofe geopolítica a la que llevaría encomendar la acción internacional de EE UU a Trump. Mientras, el súper PAC "Nuestros principios", fundado por algunos de los principales donantes republicanos, también ha lanzado una poderosa andanada contra el magnate.

En una dura declaración de intenciones, tras recapitular sus invectivas contra latinos, musulmanes y mujeres -sin olvidar la aceptación del respaldo del supremacista blanco Ku Klux Klan-, el super PAC ironiza que "no hace falta tener un importante equipo de asesores para imaginar el resultado de las presidenciales si Trump fuese candidato".

En ese marco, los republicanos celebraron el jueves por la noche su undécimo debate. Los segundones Cruz y Rubio unieron por primera vez sus esfuerzos contra el magnate, al que atacaron de todas las maneras imaginables. Pero no lograron cobrarse su escurridiza piel. Trump sigue, pues, cabalgando y hoy se apresta a pelear en cuatro primarias -Kansas, Kentucky, Luisiana, Maine- en las que se reparten 155 delegados, a los que se sumarán mañana los 23 de Puerto Rico.

Aunque lo que realmente preocupa, y mucho, a los jerarcas del Grand Old Party es que el próximo día 15 comienza la tanda de elecciones en las que el ganador se llevará todo lo que esté en juego. Serán 17 citas en las que se dirimirá el destino de 901 de los 2.472 delegados. La importancia de la cifra queda clara si se piensa que hasta ahora solo han sido elegidos 688 compromisarios.