Los líderes de la UE se preparaban anoche para largas horas de negociación, y nadie descartaba que hoy, viernes, hubiera que seguir de mesa en mesa, hablando con unos y con otros. Como otras decisivas citas europeas, la de ayer es de las que comprometen la letra y el espíritu de la normativa comunitaria -un traje para 28 estados cuyas costuras están empezando a ceder- y por eso los gobernantes iban a contar con un ejército de juristas para asesorarlos, no fuera que algún presidente o primer ministro dijera que sí a algo que contraviniera la norma nacional. Y está, además, el Parlamento Europeo, que, de haber acuerdo y ganar el "sí" en el referéndum, tendrá que dar su visto bueno a los cambios legislativos. Y ahí sí que puede haber problemas.