La ONU calificó ayer los ataques deliberados a centros médicos de crímenes de guerra, de acuerdo con el derecho humanitario internacional, en referencia a los registrados el lunes contra cuatro hospitales en Siria, en los que se registró medio centenar de muertos. El mismo calificativo fue empleado por algunas potencias, el Reino Unido entre ellas.

Rusia, que ha sido señalada con el dedo por los ataques del lunes, se desmarcó de los mismos y aseguró que fue la coalición internacional liderada por Estados Unidos la responsable de destruir un centro gestionado por Médicos sin Fronteras y otros tres hospitales más. Rusia se basa para su descargo y acusación en declaraciones de sus aliados sirios del régimen de Damasco.

Entre tanto, las posibilidades de que el alto el fuego pactado la pasada semana entre Rusia y EE UU se lleve a la práctica esta semana, como se convino, parecen cada vez más difusas. Tras el no inicial de la oposición siria, ayer le tocó el turno al régimen de echar un jarro de agua fría. Fue el propio presidente Al Asad quien declaró que ve "difícil" que se consiga un alto el fuego en los plazos previstos.

Entre tanto, uno de los peores temores de Turquía sigue haciéndose realidad: la posibilidad de que los kurdos de Siria logren unir en una sola franja las dos amplias regiones que controlan en la frontera común. Ayer, las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), coalición armada kurdo-árabe respaldada por EE UU, tomaron la localidad de Tel Refat, uno de los bastiones del Frente al Nusra, filial de Al Qaeda, en la provincia norteña de Alepo.