El magnate Donald Trump asusta a una parte del electorado estadounidense y de la opinión pública mundial, pero de momento se presenta como un bólido imparable en su pretensión de hacerse con la nominación republicana a la Casa Blanca. El hombre que trabaja por su cuenta, sin el apoyo del aparato del partido, no solo se impuso el martes en las primarias de New Hampshire, sino que lo hizo con casi tantos votos como el segundo, el tercero y el cuarto clasificados juntos.

Con el 97% escrutado, Trump logró el 35,3% del sufragio, lo que le valen 10 delegados. En segundo lugar, se clasificó el gobernador de Ohio, el moderado John Kasich (15,8%, cuatro delegados), quien dio una sorpresa relativa -la había anticipado alguna encuesta de última hora- al adelantar al senador por Texas Ted Cruz (11,7%, 3 delegados), que el pasado día 1 fue el ganador de los caucus de Iowa.

Escasa financiación

Kasich, que cuenta con escasa financiación, necesitaba este resultado para mantenerse en la competición al menos hasta el 1 de marzo, el supermartes en el que se votará en 14 estados y se pondrán en juego 689 delegados. Para calibrar la importancia de esa cifra hay que recordar que la nominación republicana exige 1.237.

También adelantó Kasich al senador por Florida Marco Rubio, quien con un 10,5% del voto logró tres delegados, pero vio cómo también lo sobrepasaba el exgobernador de Florida Jeb Bush (11%, tres delegados). Este resultado permite a Bush meterse, aunque sea tímidamente, en la carrera. Todo lo contrario que el gobernador de Nueva Jersey, Chris Christie, quien tras cosechar el martes su segundo fracaso abandona el carrusel de las primarias.

Curiosamente, ha sido Christie el responsable, al menos parcial, del hundimiento de Marco Rubio en New Hampshire, ya que fue él quien lo noqueó el pasado sábado en un debate entre candidatos republicanos que el floridano fue incapaz de aprovechar como trampolín tras su magnífico resultado de Iowa (tercero, con el 23,1% de los votos).

Cosa de dos

En el bando demócrata, donde la carrera es ya solo cosa de dos, el socialdemócrata Bernie Sanders vapuleó a Hillary Clinton, al imponerse con un margen aún mayor del que pronosticaban las encuestas. Sanders, a cuyo favor jugó el carácter progresista atribuido al electorado demócrata de New Hampshire, se izó hasta el 60,3% de los votos (15 delegados), dejando a Clinton, que ganó aquí en 2008, con un escuálido 38% y nueve delegados. Su triunfo le convierte en el primer judío que se alza con una elección primaria.

Los analistas estadounidenses han interpretado que la amplia victoria de Sanders prueba que el mensaje del cambio y la rabia es el que está detrás de las victorias de Trump -quien ayer precisó que su muro con México costará 8.000 millones- y Sanders. Ambos son figuras ajenas a los aparatos republicanos y demócratas, a los que se considera los grandes perdedores de la cita electoral.