El Estado Islámico ha reivindicado el doble atentado perpetrado en la mañana de ayer en un mercado del barrio de Al Saida Zainab, en Damasco, que alberga uno de los santuarios chiíes más importantes del mundo. Al menos 60 personas murieron, entre ellas 25 combatientes chiíes.

El ataque comenzó con la detonación de un coche bomba junto a un autobús de pasajeros, seguido de una segunda explosión, provocada por un terrorista suicida, dirigida contra los transeúntes que intentaban ayudar a las víctimas de la primera bomba. El barrio tiene una enorme importancia simbólica para los chiíes al albergar la mezquita donde se encuentra supuestamente la tumba de Zaynab ben Alí, nieta de Mahoma, e hija de Alí ben Abi Taleb, primo del profeta a quien los chiíes consideran su sucesor legítimo, en el que supuso el origen del cisma suní-chií en la historia del Islam.

Tal es la veneración que se profesa a la tumba que muchos milicianos chiíes de Irán, Irak o Líbano se ofrecen específicamente para defender la mezquita, en cuyos alrededores es habitual encontrar presencia de integrantes del partido milicia chií libanés Hezbolá.

El atentado de ayer pone en evidencia la dificultad de detener la violencia en Siria, mientras la ONU intenta que las partes en conflicto se sienten a negociar en Ginebra. Entre los muertos están 25 milicianos chiíes, que luchan en el bando del presidente Bachar al Asad, que profesa esta rama minoritaria del islam, cuyos fieles han sido blanco de ataques anteriormente. La zona de Sayida Zeinab, donde se encuentra el santuario de la nieta de Mahoma, es un lugar de peregrinación de los fieles de esta comunidad y cuenta con la protección del grupo chií libanés Hizbulá, que apoya a las tropas gubernamentales en el campo de batalla.

La rama del Estado Islámico en Damasco, denominada Wilayat Dimashq (Estado de Damasco), asumió la autoría del atentado contra "un nido de los apóstatas politeístas", en referencia a los chiíes, según un comunicado difundido en foros yihadistas en internet. El Estado Islámico que controla amplias zonas de Siria y representa ahora mismo uno de los principales obstáculos para poner fin a la violencia.

El Consejo de Ministros sirio condenó los atentados, calificados de "cobardes". Según fuentes sirias el objetivo del ataque era "elevar la moral de las organizaciones terroristas que están siendo derrotadas" por el Ejército gubernamental "en todas las regiones del país".

El Gobierno sirio suele denominar "terrorista" a los grupos rebeldes armados, y no sólo al Estado Islámico y otras organizaciones radicales, y asegura que está luchando contra una "invasión" de su territorio por parte de extremistas extranjeros o apoyados por terceros países.

Desde la ciudad suiza de Ginebra, el jefe de la delegación del Gobierno sirio para las negociaciones de paz, Bashar Jaafari, dijo en el marco de esa cita auspiciada por la ONU que el atentado demuestra el vínculo entre la oposición y el terrorismo.

Las conversaciones indirectas entre representantes del régimen y de la oposición aún no han dado comienzo, y ambos bandos han puesto en entredicho que el diálogo pueda empezar, después de varios días de retraso y ante la gran desconfianza y diferencias entre ellos. Según datos de la ONU, en casi cinco años de guerra han muerto en Siria 260.000 personas, y más de doce millones de sirios, entre ellos 5,5 millones de niños, necesitan asistencia humanitaria inmediata.