La retención en Irán de dos barcos de guerra estadounidenses y sus tripulantes por entrar ilegalmente en sus aguas territoriales, una amenaza a la ya muy deteriorada estabilidad del golfo Pérsico, fue resuelta ayer en cuestión de horas con un inusitado y fluido diálogo entre ambos países.

El incidente registrado el martes cerca de la isla iraní de Farsi, en el corazón de la estratégica vía de agua que separa la República Islámica de la Península Arábiga, fue tratado por las autoridades de los dos países con sobriedad y unas poco habituales muestras de confianza, reflejo de los esfuerzos de ambos por impulsar el deshielo bilateral en un entorno de tensiones regionales crecientes.

Las alarmas saltaron después de que se conociera públicamente que dos patrulleras de EE UU y sus diez tripulantes fueron detenidos por la Guardia Revolucionaria iraní.

Sin embargo, el incidente, que hasta hace poco hubiera causado una tensión imprevisible, fue resuelto en pocas horas con buenas palabras, una muestra de la voluntad de los dos gobiernos de llevar a buen puerto los pasos iniciados el pasado 14 de julio con la consecución de un histórico acuerdo sobre el programa nuclear iraní.

Pese a las potenciales consecuencias que amenazaba desatar el incidente, todo se saldó simplemente con una disculpa por parte de los EE UU y la promesa de no volver a cometer errores de este tipo. En las pocas horas que duró la retención de los marinos, los únicos comentarios para elevar la tensión fueron realizados por los enemigos del pacto nuclear en el seno de cada país, encabezados por los republicanos en el Congreso de EE UU y los diputados más conservadores del Majlís iraní.