El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, defendió ayer entre lágrimas la "urgencia" de adoptar medidas para controlar la venta de armas de fuego en el país. Lo hizo en un emotivo y contundente discurso en el que lloró al recordar a las víctimas de tiroteos, como el de la escuela infantil Sandy Hook, que concluyó en 2012 con 20 niños muertos. Treinta mil personas mueran anualmente en incidentes con armas de fuego.

En un acto en la Casa Blanca, acompañado de familiares de víctimas de la violencia causada por las armas, el presidente dijo que Estados Unidos ha vivido "demasiados tiroteos" masivos en los últimos años y que eso no ocurre en el resto de países desarrollados. Obama insistió en que "se pueden encontrar maneras de reducir la violencia respetuosas con la Segunda Enmienda", la piedra angular sobre la que gira el argumentario de los grupos que se oponen, entre ellos el Partido Republicano, con mayoría en el Congreso.

En este sentido, Obama ha comparado sus iniciativas con los esfuerzos para prevenir las muertes en accidentes de tráfico o para que los niños accedan a medicamentos. "Sabemos que no podemos detener todos los actos de violencia, toda la maldad del mundo, pero quizás podemos intentar detener aunque sea un acto de violencia", ha apostillado.

Para ello, ha advertido, "el Congreso tiene que actuar" y ponerse del lado de la "mayoría de estadounidenses" que, según las encuestas, están de acuerdo en intensificar los controles.