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"Solo pasaban coches de policía y ambulancias"

Ocho gallegos formaban parte de la expedición desplazada a París para participar en un campeonato de taekwondo, cancelado por los atentados

El taekwondista moañés Borja Ríos. // FdV

"Estábamos cenando en un restaurante y en la televisión vimos lo del Estadio de Francia, pero no entendíamos qué estaba ocurriendo", relata Borja Ríos, el taekwondista del Club Hebe de Moaña que este fin de semana se desplazó a París para competir en el XI Open de París de la categoría G-1. El joven pontevedrés se encontraba con compañeros de la expedición española cenando en un restaurante cuando comenzó el caos en la ciudad parisina. "El restaurante se vació de repente", explica Ríos, "nosotros, que casi no entendíamos el idioma, aún continuamos allí un rato más". De camino al hotel, los taekwondistas ya empezaron a tener consciencia de la situación: "Solo pasaban coches de policía y ambulancias".

Una vez en el hotel de concentración, situado en la zona sur de París, a unos 10 kilómetros del Estadio Saint-Denis y a 7 de la sala de conciertos Bataclan, comenzaron a recibir los primeros mensajes de familiares y amigos: "Al llegar al hotel entraron los primeros Whatsapp preguntando si estábamos bien", recuerda. También en el hotel de concentración se enteraron del tiroteo que se produjo próximo a un restaurante de la ciudad.

Intranquilidad

"Hasta las 3 de la mañana estuvimos muy intranquilos, pero a esa hora la situación parecía estar ya más controlada", describe Ríos. "Cuando nos fuimos a dormir no sabíamos si el Open se iba a celebrar", describe el joven que se encontraba en París este fin de semana para competir en una de las citas más prestigiosas de Europa.

La incertidumbre se disipó cuando en el desayuno les comunicaron que la competición se suspendía. "Por seguridad, no nos dejaron salir del hotel en todo el día; tampoco nos dejaban estar en grupo en la recepción porque era peligroso", narra el taekwondista que se encontraba en la expedición con ocho gallegos más, entre ellos su hermano, José Antonio Ríos, entrenador del Taekanart de Pontevedra.

Viaje de regreso

Una vez que la organización del Open confirmó la cancelación del torneo, el resto de expediciones que alojadas en el mismo hotel que los gallegos comenzó a gestionar el cambio de sus billetes de avión. "Nosotros estuvimos en el hotel hasta las tres de la madrugada del domingo, pero llevaba varias horas casi vacío", explica. A esa hora, se desplazaron en taxi al aeropuerto y Ríos afirma que "no había nadie por la calle, aunque la hora también influye".

Una vez llegados al aeropuerto, que solo tenía una de sus puertas de acceso abiertas, la expedición debía pasar los controles de seguridad para poder coger su vuelo. Menos de los esperados. "Pensé que iba a haber más controles", reconoce el joven, "pero se puede decir que solo eran los rutinarios". En el aeropuerto, normalidad absoluta, ya que ningún vuelo fue cancelado. Aún así, confiesa que estuvieron impacientes "por si teníamos impedimentos para regresar a casa".

A las 8 de la mañana de ayer, Borja Ríos y el resto de la expedición se bajó del avión. Por la noche, el joven pontevedrés ya descansaba más tranquilo en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat del Vallès, en Barcelona, donde entrena.

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