La de ayer fue una auténtica noche de pesadilla para la colonia de gallegos y españoles en la capital francesa. Encerrados en casa, enganchados a la televisión y las redes sociales, trataron de conocer detalles del horror que se vivía en las calles de París, envueltas en sangre.

"Esto es horrible, se respira terror", afirmaba en un tuit el gallego Alexandre González Díaz, mientras tranquilizaba a los suyos en las mismas redes sociales: "Ya estoy en casa", aparentemente después de asistir al estadio. "Soldados en las calles por todas partes... Esto es como la guerra... Qué triste!", relataba en su cuenta. Y añadía: "Nunca jamás olvidaré el ruido de las bombas".

"Estoy alucinando", cuenta al teléfono la también española Beatriz Pañeda, de 23 años. Desde hace un año estudia un máster de Historia Antigua en la capital gala. "Los lugares en los que está pasando todo son sitios que frecuento de forma habitual; una zona en la que se sale los viernes noche, a la que voy con mis amigos a menudo", relata nerviosa mientras no deja de seguir las noticias en casa, a cierta distancia del epicentro de la barbarie. Recibió el aviso de un amigo y encendió la tele: y se abrió el abismo del miedo. "Nos hemos llamado todos los que nos conocemos aquí y todo el mundo está bien, pero no se sabe nada". Y al temor ante el sangriento atentado se suma la inquietud por sus efectos: "Pienso en lo que se va a desplegar. Lo de Charlie Hebdo fue hace un año y las medidas de seguridad son increíbles; se ve que no es suficiente".

Asustada, la periodista Vanesa Parapar, a diez minutos de la Torre Eiffel, mira por la ventana desde su casa: "Todo el mundo está corriendo; los distritos 10 y 11 están acordonados, tomados militarmente por los terroristas", explica. La información, que fue llegando en cuentagotas contribuyó a acrecentar la inquietud: "Al principio se dijo que había unos disparos en una cafetería, luego que heridos, dos muertos, tres, dieciocho... todo en apenas diez minutos". Y confiesa: "Estoy asustada".

"He avisado a casa"

La confusion se fue apoderando poco a poco de Hugo López Martínez, de 23 años que estudia en París su máster en Física. Había salido con sus amigos a tomar una cerveza y cenaba en un hamburguesería cuando las noticias escupieron los primeros datos sobre los atentados. El grupo estaba en una zona relativamente próxima, aunque al otro lado del río. "Vimos que había un tiroteo en la zona norte, luego explosiones... al final terminaron llamándome mis padres porque veían al presidente Hollande hablar por televisión".

Hugo López va caminando a casa, apretando el paso, con la voz temblorosa al otro lado del teléfono. "Ibamos a coger el metro por el centro y nos enteramos de que allí había tiros", explica. Ya a punto de alcanzar la seguridad de su vivienda: "Ya, ya veo el edificio". Respira hondo. "Bueno, estoy más tranquilo, la verdad es que casi supe más lo que estaba pasando por mis padres". Ha estado contactando por Whatsapp con sus amigos: "Me quedo sin batería..."

Un anuncio en el metro alertando de que dos estaciones permanecian cerradas por la Policía llevó a Jacob Velasco a mirar en su teléfono móvil las web de varios periódicos. Venía con su novia, Tamara Redrueyo, de disfrutar de un espectáculo del Circo del Sol. "Entonces las noticias ya hablaban de un tiroteo, y soltaban información, una tras otra. Y ya fuimos sabiendo de otras zonas, de lo que estaba pasando en el Bataclán", explica. Ingeniero de Telecomunicaciones, de 30 años, vive desde hace cinco en la capital francesa con su novia, fisioterapeuta de la misma edad. "¿Miedo? No, miedo no, pero sí inquietud. Es grave, acaba de hablar el presidente; pero ahora estamos en casa y he avisado a casa y todo está bien". Teresa Suárez, de 22 años, periodista que se prepara para estudiar un máster en el centro Science Pro, no deja de seguir las noticias: inquieta, va desgranando minuto a minuto a sus amigos a través de mensajes la noche de pesadilla.

Las horas de la noche avanzan hacia la madrugada. Nadie duerme en París; la capital tiene el corazón encogido en un puño. Los teléfonos móviles entran en ocasiones en silencios estremecedores: son los barridos de cobertura que llevan a cabo los cuerpos de seguridad desde el atentado en la revista Charlie Hebdo. Teresa Suárez teclea a alguien: "No se sabe cuánta gente ha podido morir hoy".