Comenzó como una marcha por la paz y terminó en una masacre con 95 muertos y 246 heridos; el peor atentado de la historia moderna de Turquía. Dos terroristas suicidas detonaron en la mañana de ayer en Ankara, la capital turca, dos bombas en mitad de una concentración multitudinaria organizada por grupos de izquierdas y por gremios profesionales contra las políticas del Gobierno islamista de Erdogan y a favor del fin del conflicto armado con los kurdos.

Ocurrió cerca de la estación central de trenes de la ciudad. Aún se desconoce quién ha sido el autor de la masacre, pero el primer ministro de Turquía, Ahmet Davutoglu, aseguró ayer que "hay muy nítidas indicaciones". Entre los posibles autores, enumeró el Partido de Trabajadores de Kurdistán (PKK), al grupo yihadista Estado Islámico (EI), a la red terrorista Al Qaeda y a los grupúsculos de la ultraizquierda turca.

Turquía está a las puertas de unas elecciones, que se celebrarán el próximo 1 de noviembre. Está en juego el manteniendo de un sistema de equilibrio de poderes frente a la imposición del modelo hegemónico de Erdogan.

Las bombas explotaron a las 10.04 hora local, una hora menos en España, y aunque la cifra oficial de muertos se fija en 86 personas, el balance total previsiblemente se elevará estos días puesto que hay 28 heridos graves.

Los dos artefactos estallaron en una marcha marcada por cánticos, bailes y bromas. Tras el estallido, el pánico se desató en mitad de una mañana soleada en Ankara. Las detonaciones fueron tan fuertes que hicieron estallar las gruesas ventanas de la estación ferroviaria próxima. En tan solo unos segundos, cientos de personas, quedaron cubiertas por una lluvia de restos de cuerpos humanos. "Es la peor tragedia terrorista en la historia de Turquía. Después de la explosión, estuve cerca del lugar. Nunca en la vida vi una cosa igual. Había brazos, piernas e intestinos por todas partes. La gente acudió por la paz pero vieron la muerte", aseguraba a Faruk Bildirici, defensor del lector del diario turco Hürriyet.

De las dos bombas, una fue detonada en medio de un grupo de ciudadanos sin identificación política. La otra estalló cerca de un punto donde ondeaban banderas y pancartas del HDP, el partido de la izquierda kurda, y de varias agrupaciones marxistas.

El presidente turco, el islamista Recep Tayyip Erdogan, condenó el atentado como un "abominable ataque contra la unidad y convivencia", pero agregó: "No se distingue en nada de los actos de terror contra ciudadanos inocentes, funcionarios, policías y soldados", en referencia a las acciones del ilegal Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), la guerrilla kurda.

El primer ministro Davutoglu había calificado el atentado de "ataque contra toda la nación". Por contra, el líder nacionalista kurdo Slahattin Demirtas, copresidente del HDP, acusó directamente al Gobierno de estar detrás del atentado. "Esto no es un ataque contra el Estado, contra la nación, sino del Estado contra el pueblo", aseguró. Y a renglón seguido subrayó la similitud del ataque con la bomba colocada en un mitin de su partido en Diyarbakir, dos días antes de las elecciones del 7 de junio, y con la masacre de Suruç el 20 de julio. En aquel atentado, un joven yihadista turco probablemente entrenado por el Estado Islámico (EI), mató a 34 personas en una acción suicida en una asamblea de activistas de la izquierda prokurda.

El atentado ha abierto aún más el abismo entre el AKP, el partido islamista en el poder desde 2002, y grandes sectores de la izquierda que consideran al Gobierno, y especialmente a Erdogan, responsable de haber arrastrado a Turquía a una espiral de violencia para ganar votos nacionalistas.