La victoria del Frente Nacional (FN), que se convirtió por primera vez este domingo en el partido más votado de Francia, unida a la derrota histórica del Partido Socialista (PS) con sus peores resultados en unos comicios europeos, provocó un seísmo político de consecuencias difíciles de estimar.

El FN obtuvo, según los resultados parciales comunicados poco antes de medianoche con un 80% del voto escrutado, cerca del 26% de los votos, lo que podría darle entre 23 y 25 escaños de los 74 que estaban en juego en Francia.

Eso significa que el partido de la extrema derecha francesa cuadruplicó el 6,3% conseguido en 2009, cuando se había tenido que conformar con tres diputados, y duplicó con creces el 11,7% de 1989, que era su techo hasta ahora en unas europeas.

Por detrás quedó la conservadora Unión por un Movimiento Popular (UMP) con alrededor del 20,6 % (de 18 a 21 diputados), netamente por debajo del 27,8% de 2009. Y a la tercera posición quedó relegado el Partido Socialista (PS) en el Gobierno, con alrededor del 13,8% (13 escaños), peor incluso que el "suelo" de la formación, que databa de 1994 con el 14,5%.

Entre los muchos perdedores de estos comicios también estuvieron los Verdes, que con un 8,7% acabaron muy lejos del 16,3% que habían obtenido hace cinco años.

Además, fueron adelantados por los centristas del Modem y de la UDI, que esta vez coaligados rondaron el 9,7%. El Partido de la Izquierda consiguió algo más del 6%.

La presidenta del FN, Marine Le Pen, que será uno de los que tendrá escaño en Bruselas y Estrasburgo, interpretó su victoria en primer lugar como el mensaje de que los franceses "no quieren seguir siendo dirigidos desde fuera" por las instituciones europeas.

Pero en clave interna, Le Pen instó al presidente francés, el socialista François Hollande, a que disuelva la Asamblea Nacional y convoque elecciones legislativas porque considera que su Gobierno ha perdido legitimidad para continuar su acción.

"El presidente de la República debe tomar las medidas que se imponen para que la Asamblea vuelva a ser nacional, representativa del pueblo y capaz de llevar a cabo la política de independencia que el pueblo ha elegido", proclamó.

El principal aludido por la líder del FN, el primer ministro Manuel Valls, que fue nombrado hace apenas ocho semanas en respuesta al histórico varapalo electoral que los socialistas recibieron en las municipales de marzo, no pudo más que constatar que "este escrutinio es más que una nueva alerta, es un shock, un terremoto".

Valls no quiso asumir directamente la responsabilidad de esa situación, y en primer lugar echó la culpa a las instancias europeas.

"Desde hace años se considera que Europa está demasiado distante y demasiado alejada de vuestras preocupaciones cotidianas", señaló en un discurso dirigido a los franceses, antes de insistir: "Europa ha decepcionado, es un hecho".

El primer ministro justificó la continuidad de su política de ajuste -"Francia tiene que reformarse"-, necesaria a su juicio para hacer más competitivas las empresas francesas y que así puedan crear empleo.

En cualquier caso, Valls ha sido convocado este lunes por la mañana por Hollande para una reunión de crisis a la que también asistirán los ministros de Exteriores, Finanzas, Interior y Asuntos Europeos, así como el portavoz y titular de Agricultura.

Un encuentro en vísperas del Consejo Europeo del martes en Bruselas para sacar las conclusiones del escrutinio y, según el Elíseo, convencer a los franceses de que se puede cambiar Europa, y a las instituciones europeas de que deben volver a ser "una esperanza y una protección".

La UMP, por boca de su presidente, Jean-François Copé, no se privó de responsabilizar a Hollande del histórico resultado conseguido por FN, en las elecciones europeas, aunque sus dos grandes rivales dentro del partido, los exprimeros ministros François Fillon y Alain Juppé, abrieron las hostilidades internas por unos resultados que consideran más que decepcionantes.

Copé insistió en que "la UMP es la única fuerza política de la derecha y del centro que mañana puede ofrecer una alternativa" y "parar los pies a la extrema derecha".