La cuarta víctima del atentado a tiros perpetrado el sábado en el Museo Judío de Bruselas, un joven belga de 25 años que trabajaba en la institución, falleció ayer debido a la gravedad de sus heridas, según informó la prensa belga. Los otros tres muertos son una pareja de turistas israelíes procedentes de Tel Aviv y una mujer de nacionalidad francesa. La policía belga lanzó ayer un llamamiento a posibles testigos con el fin de lograr información que permita identificar al autor del tiroteo. Para ello, difundió en su web un retrato robot obtenido a partir de las cámaras de vigilancia. Según la fiscalía, el autor actuó en solitario y estaba bien preparado.

Hasta anoche no había llegado ninguna reivindicación política o de otro tipo, y las autoridades belgas no habían confirmado que se trate de un ataque antisemita, algo que todos los observadores han dado por descontado. El único detenido el sábado fue puesto ayer en libertad y ha pasado a ser considerado testigo de los hechos.

El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, se quejó, entre tanto, de que ningún líder europeo, con la excepción del primer ministro belga, Elio Di Rupo, le haya telefoneado tras el atentado, que a su entender refleja "un incremento del antisemitismo" en Europa, "resultado de la constante incitación contra el Estado de Israel originada en Oriente Próximo y en la propia Europa". Netanyahu pidió "tolerancia cero contra el antisemitismo".