El presidente de Rusia, Vladimir Putin, aseguró ayer que no cree que la crisis ucraniana pueda desatar una nueva "guerra fría", pues "nadie está interesado en ello", dijo el líder del Kremlin en una entrevista con los presidentes de doce agencias internacionales de prensa, entre ellas la española "Efe". En opinión de Putin, la crisis ucraniana permitirá recuperar la "práctica de conciliar posiciones y tener en cuenta los intereses legítimos de las partes en los procesos de negociación, sin usar ningún método de fuerza para resolver las disputas".

"El apoyo a un golpe de Estado anticonstitucional es precisamente una manera de resolver por la fuerza las disputas", dijo Putin en alusión al respaldo occidental a las fuerzas que depusieron en febrero pasado al legítimo presidente ucraniano Víktor Yanukóvich.

Las autoridades de Ucrania cruzan los dedos para que de las elecciones presidenciales de hoy salga un nuevo presidente, ya que la celebración de una segunda vuelta dentro de tres semanas jugaría en favor del boicot de los insurgentes prorrusos, que ayer fundaron una nueva república independiente, Novorossía (Nueva Rusia), mediante la unión de las provincias secesionistas de Donetsk y Lugansk. La unificación se escenificó en un hotel de Donetsk ante representantes de otras regiones de nutrida población rusa del sureste ucraniano: Odessa, Jersón, Nikolayev, Dnipropetrovsk y Zaparozhie.

"Paremos la guerra. Elijamos al presidente en la primera vuelta", reza el cartel de la campaña del oligarca Petro Poroshenko, el gran favorito a la victoria, según todos los sondeos. La victoria de Poroshenko es lo que parece desear también Occidente, muy interesado en legitimar cuanto antes a las nuevas autoridades ucranianas.

La exprimera ministra, Yulia Timoshenko, principal rival del magnate, ha puesto todo de su parte en campaña para retar a Poroshenko a una lucha cuerpo a cuerpo, pero el "rey del chocolate" ha eludido entrar al trapo.

Si fuera necesaria una segunda vuelta, los rebeldes podrían abortar la votación o las tropas gubernamentales podrían excederse en el uso de la fuerza, lo que daría al Kremlin la excusa perfecta para no reconocer los resultados. Hasta ahora, el presidente ruso, Vladímir Putin, sostiene que respetará la elección del pueblo ucraniano, pero todo puede cambiar en unas semanas.

En una muestra de las intenciones de ambos candidatos, el primer viaje al extranjero del ganador como presidente será a Bruselas para firmar un acuerdo de creación de una zona de libre comercio con la UE, antesala del ingreso. Timoshenko aclaró esta semana que el ingreso en la OTAN también será solicitado.

El primer ministro, Arseni Yatseniuk, llamó a los ucranianos a acudir masivamente a las urnas y prometió que a los insurgentes ya les queda poco tiempo para seguir aterrorizando. Sin embargo, los rebeldes parecen capaces de impedir el voto a la mitad, como mínimo, de los electores de Donetsk y Lugansk (5 millones), que representan un 14% del censo.

Los insurgentes han recomendado a los habitantes de esas regiones que se abstengan de salir de sus casas hoy.