Cuando un presidente, por muy corrupto y déspota que sea, se sienta todos los días encima de 300.000 barriles de petróleo, asciende a la calidad de dictador tolerado. Como Teodoro Obiang Nguema, quien llegó al poder en su país, Guinea Ecuatorial, en 1979, después de dar un golpe de Estado para derrocar a su tío, el también dictador Francisco Macías Nguema, que remató con su fusilamiento. Hay otros dictadores tolerados, muchos: el chino Xi Jinping, el cubano Raúl Castro, el bielorruso Lukashenko... Y están también las petromonarquías del Golfo; pero el sátrapa que le saca los colores a España es Obiang Nguema, porque Guinea Ecuatorial fue colonia española y, después, provincia de ultramar hasta 1968, cuando obtuvo la independencia, e importantes empresas patrias, como Repsol, tienen grandes intereses comerciales en esas latitudes.

Obiang Nguema se presentó esta semana en el funeral de Estado por Adolfo Suárez -cuyas propuestas para democratizar el país fueron rechazadas en su día por el dictador ecuatoguineano-, en el inicio de una gira europea que el miércoles acabó levantando a Mariano Rajoy de la mesa de la cena que iba a compartir con él y el resto de los mandatarios asistentes a la IV Cumbre UE-África. A Rajoy no le quedó otra, pese a que antes había dicho que hablaría con Obiang porque es su "obligación". La polémica fue demasiado fuerte incluso para un político tan refractario como el gallego.

Y es que, además de asistir el lunes al funeral de Suárez, Obiang Nguema se permitió dar las gracias al Rey por haber "influido" para facilitar su presencia en un acto en la sede del Instituto Cervantes de Bruselas que se celebró al día siguiente. Como la Corona no está atravesando precisamente su mejor momento, la Zarzuela se apresuró a agradecer al dictador su comprometedor agradecimiento, pero aclaró que el monarca no había movido un dedo para que Obiang fuera admitido o rechazado como ponente. Claro que tampoco hacía falta, porque Guinea Ecuatorial es el único país de África que tiene como lengua oficial el español, que domina casi el 90 por ciento de la población. Lo dice su Constitución, que fue reformada por última vez en noviembre de 2011 -aunque Obiang se la salta siempre que le viene en gana-, y, a mayor abundamiento, el secretario general del Cervantes, Rafael Rodríguez-Ponga, quien dejó muy claro el martes que, "por encima de personas y situaciones concretas", lo importante es "la puesta en valor de la lengua española en el mundo".

El dictador, por su parte, repudió con cínica indignación la "actitud de algunos nostálgicos", es decir, los críticos con su régimen unipartidista, personalista y corrupto, que un antiguo experto de la Unesco en asuntos ecuatoguineanos, el suizo Max Liniger-Gourmaz, acertó a bautizar tiempo atrás como "democratura". Con un neologismo tan siniestro aromando el riguroso luto de Obiang, no es de extrañar que, en el funeral de Suárez, tanto Rajoy como el Rey saludaran a los representantes extranjeros fuera del alcance de las cámaras.

Obiang incomoda. Ahora a Rajoy, antes a José Luis Rodríguez Zapatero. Cuando visitó España en 2006 -su última vez hasta esta semana- fue recibido por el entonces presidente del Gobierno, pero hubo que cancelar la intervención que tenía previsto hacer ante el Congreso, debido a la airada oposición de varios grupos parlamentarios. Tres años después, el ministro de Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, desembarcó en Guinea Ecuatorial con una troupe de empresarios ansiosos de hacer negocios y un objetivo político: que España empezara a tomarse "en serio al único país de habla española de África". En ese viaje, un periodista que iba empotrado entre los altos cargos y los industriales se atrevió a preguntarle a Obiang si aceptaba que se le llamase "dictador". Respuesta: "Sí, porque yo dicto las normas".

Obiang incomoda: tenemos importantes intereses comerciales en su territorio -como los tienen Estados Unidos, sobremanera, y Francia- y su pequeño país es una isla de castellano en un océano de lenguas rivales y autóctonas; lo malo es que el dictador lleva repantigado en su poltrona nada menos que treinta y cinco años, dedicado a coleccionar récords de brutalidad: entre 2000 y 2010 el de Malabo fue uno de los diez regímenes más represivos del mundo, y organizaciones como Amnistía Internacional informan desde hace años de detenciones arbitrarias, torturas y muertes en prisión, palizas? Eso por no hablar de los pucherazos, los asesinatos políticos y las desapariciones.

Pero esta no es la única iniquidad imputable a Obiang Nguema, pues con la riqueza petrolífera que atesora su país -la exportación de barriles por habitante es similar a la de Kuwait-, los ecuatoguineanos deberían gozar de un nivel de vida similar al de bastantes ciudadanos europeos y muy superior al de prácticamente cualquier africano. Sin embargo, la renta per capita nominal de 29.000 dólares (unos 21.000 euros) es solo una cifra estadística, y de su incremento, desde finales del pasado siglo, gracias la extracción y venta de crudo solo se ha beneficiado el 15 por ciento de la población, por lo que el feudo de los Obiang es uno de los países con más desigualdad del mundo y tiene un coeficiente de Gini de 0,65. De hecho, la oposición al régimen sostiene que más del 90 por ciento de los beneficios de la industria petrolera va a parar a las compañías -principalmente las norteamericanas- y a la familia Obiang. Al dictador, en primer lugar, y, después, a su hijo Teodorín, Teodoro Nguema Obiang, señalado ya como heredero. Al vástago, con todo, le perjudican los procesos por corrupción que tiene abiertos en Francia y EE UU por su desmedida afición al lujo. Lo que quiere decir que, por ahora, las potencias con grandes intereses en Guinea Ecuatorial confían más en el actual dictador, de 71 años, que en el "playboy" de su hijo, que es vicepresidente segundo del país desde 2012. No obstante, con tanto petróleo de por medio, llegado el momento, respaldarán al dictador tolerado que más les convenga. Aunque sea un irresponsable capaz de fundirse en un solo fin de semana 10 millones de rands sudafricanos (unos 680.000 euros).