El ministro de Cultura de Francia, Frédéric Mitterrand, admitió ayer haber pagado por relaciones sexuales en Tailandia, como recoge un polémico libro suyo, pero negó "absolutamente" haber mantenido relaciones sexuales con menores. "Condeno absolutamente el turismo sexual, que es una vergüenza" y "la pedofilia, que nunca he practicado", declaró ayer el sobrino del que fuera jefe del Estado francés, el difunto Francois Mitterrand, en una entrevista en el telediario de "TF1", el noticiero de más audiencia de Francia.

El máximo responsable de la cultura francesa protagonizó un escándalo en los últimos días, después de que desde el partido ultraderechista Frente Nacional se le acusara de haber pagado por servicios sexuales de "chicos jóvenes" en Tailandia, como recogía en un libro titulado "La mauvaise vie" (La mala vida), que publicó en 2005 y que también ha suscitado críticas en la izquierda.

Mitterrand, abiertamente homosexual, negó que el libro fuese una autobiografía, sino un texto que narra "una vida muy parecida" a la suya y que versa sobre los sentimientos de personas que se sienten "diferentes" y reiteró en varias ocasiones que el texto recoge momentos extremadamente complicados de la existencia humana. Precisó que el libro "en ningún caso es apología del turismo sexual, incluso si alguno de los capítulos es precisamente una travesía por ese asunto, con la fascinación que ese tema puede suscitar".

"Cometí un error, sí; un crimen, no; una falta, ni siquiera", señaló el ministro, reconocido intelectual, antiguo presentador de programas culturales en televisión y miembro del Gobierno del presidente, Nicolas Sarkozy, el pasado mes de junio.

Mitterrand confesó que se considera responsable de una "falta contra la idea de la dignidad humana y que, de una cierta manera, hay que rechazar totalmente ese tipo de intercambios", en una entrevista en la que emplazó a "tirar la primera piedra a quien no haya cometido ese tipo de errores". Aseguró, además, que no piensa dimitir por la polémica sobre su libro, que vendió 170.000 ejemplares en Francia y tuvo una buena acogida de crítica, y subrayó que Sarkozy, que había leído "La mauvaise vie" antes de nombrarle titular de Cultura, le ha reiterado su apoyo.