La polémica del día nació y creció en Internet, aunque la notoriedad de sus protagonistas elevó el asunto a debate político y a problema ético-mediático. Una foto de Alba y Laura Rodríguez no tendría por qué ser noticia: son dos adolescentes de 14 y 16 años, se pintan las uñas de negro, llevan botas militares negras tipo Dr. Martens, amplias ropas negras y unos cuantos anillos en el pulgar o en el índice. Son "góticas" o "siniestras" esa moda urbana nacida a finales de los setenta del panorama post-punk con influencia romántica que hoy sobrevive en variantes más ligeras como los "emo" o se alimenta de la ficción vampírica tipo "Crepúsculo".

El problema es que Alba y Laura salen en la foto con Michelle y Barack Obama y con sus padres, Sonsoles Espinosa y José Luis Rodríguez Zapatero. Son las hijas del presidente de España y la imagen la tomó un fotógrafo de la Casa Blanca, Lawrence Jackson, en la cena que el presidente norteamericano ofreció el miércoles a los líderes mundiales que estaban en la Asamblea de la ONU.

Ignorantes de los deseos del presidente español, que en su país siempre ha preservado la intimidad de sus hijas desde que una revista del corazón publicó unas fotografías de las menores, la Casa Blanca colgó las fotos en su canal de "flikcr", el portal de fotografías, junto a las del resto de invitados a la fiesta.

Según fuentes de Moncloa, cuando Zapatero fue consciente de que sus hijas estaban colgadas en Internet, mandó retirar la imagen, que ya no figura en el "flicker" de la Casa Blanca. Pero era tarde. Diversos diarios nacionales habían localizado la instantánea y la reprodujeron ayer con los rostros de las menores pixelados. Al tiempo, la llamativa indumentaria y porte de las hijas del presidente se había convertido en una auténtica campaña viral en "Internet". La fotografía que había hecho Lawrence Jackson no tardó en copar todo tipo de redes sociales (grupos de facebook, twitter, blogs, hilos de correos electrónicos) con las variantes propias de los chascarrillos digitales. La estética de las hijas de Zapatero dio pie a que los internautas alteraran la foto sumando al paisaje iconografía heavy, medieval o de terror.

Al tiempo que los comentarios sobre las imágenes y sus variantes cómicas se sucedían por Internet, arrancaba también el debate político y el ético-mediático.

El secretario general del Grupo Popular en el Congreso, José Luis Ayllón, ya había pedido al Ejecutivo que aclarara "en condición de qué" habían viajado las hijas de Zapatero con él a Estados Unidos y si suponía "mayor gasto para el erario público". Mariano Rajoy, sugirió al presidente ser "más prudente" y esforzarse en "distinguir mejor lo público de lo privado" aunque reconoció que "si fuera director de un periódico no lo publicaría y si me lo pide el presidente del Gobierno con más razón". El Vicesecretario de comunicación del PP, González Pons, dio un paso más y razonó que la responsabilidad de que se publiquen las fotos "es de sus padres que las han llevado en este viaje oficial". Y el presidente del PP andaluz, Javier Arenas, elevó el tono al calificar como acto "propio de la dictadura" que Moncloa "ordenara destruir" la fotografía.

Desde el PSOE, todas las voces (incluída la vicepresidenta Fernández de la Vega) pidieron respeto al deseo del presidente de preservar la intimidad de sus hijas y fuentes de Moncloa se limitaron a lamentar la "ruptura del pacto tácito" por el que los medios nacionales no publicaban fotos de las hijas de Zapatero.

En medio del debate, y como Efe sí había publicado fotografías del hijo de Sarkozy en la ONU y no otras de las hijas de Zapatero en la mismo foto, la agencia de noticias emitió un comunicado justificando su decisión por el hecho de que la intimidad de los menores la deciden los padres y que en el caso del hijo del presidente francés nunca hubo ninguna indicación para que no se publicaran esas imágenes.