La multitudinaria manifestación de ayer en Londres para protestar contra la cumbre del G-20 y el sistema económico al que responsabilizan de la crisis, terminó con la muerte de un manifestante, según se supo al cierre de esta edición. Las protestas más airadas tuvieron lugar en la “City”, el distrito financiero, donde se concentraron grupos anarquistas y ecologistas, en su mayoría anticapitalistas, con el objetivo de paralizar la actividad de bancos y empresas.

Veinticuatro personas fueron detenidas en esa zona por delitos tan diversos como poseer uniformes policiales o drogas, obstruir el paso, desorden público o desacato a la autoridad, aunque ninguna fue acusada formalmente, declararon fuentes de la Policía británica.

Aunque hubo protestas frente a las Casas del Parlamento (centro de la ciudad) y del recinto ferial ExCel (sureste), donde hoy se reúne el Grupo de los 20, las más ruidosas fueron las de la “City”, donde hubo momentos de tensión y forcejeos con la Policía, que durante varias horas cercó a los manifestantes.

Un grupo de activistas irrumpió en el edificio del Royal Bank of Scotland -símbolo de la crisis crediticia en el Reino Unido y que ha sido parcialmente nacionalizado- y rompió algunos cristales, lo que acabó con el arresto de dos personas por hurto, según los agentes.

El centro financiero, habitualmente un hormiguero de personas atareadas en traje y corbata, presentaba ayer una imagen inusual, con comercios y empresas cerrados -algunos con los escaparates tapiados- y pocos viandantes, excepto los manifestantes que se instalaron a las puertas del Banco de Inglaterra.

Scotland Yard había advertido a los empleados de la “City” que vistieran informalmente y, si podían, trabajaran desde casa para evitar verse inmersos en la protesta.

Aun así, alguno se vio metido de lleno cuando quedó encerrado en el cordón policial que durante horas impidió a unos 5.000 manifestantes dispersarse, lo que causó algunas de las escenas de mayor tensión.

La concejal del Partido Verde del barrio de Lewisham (sureste), Romaine Fenix, criticó la táctica policial al considerar que era “una violación de los derechos civiles”.