El democristiano flamenco (CD&V) Van Rompuy aceptó ayer el encargo del rey Alberto II, a pesar de que en un principio rechazaba dejar la presidencia del Congreso, y todo apunta a que el establecimiento del nuevo ejecutivo será rápido.

Según la agencia de noticias Belga, está previsto que Van Rompuy mantenga esta mañana reuniones bilaterales con los líderes de los partidos de la coalición -Didier Reynders (MR), Joëlle Milquet (CdH), Marianne Thyssen (CD&V), Bart Somers (Open Vld) y Elio Di Rupo (PS)- y a continuación un encuentro conjunto con todos ellos.

Desde la oposición, el presidente del partido ecologista francófono, Ecolo, Jean-Michel Javaux, aseguró esta mañana en la radio pública RTBF que Van Rompuy conoce muy bien el país y que "es un hombre competente" y añadió que su nombramiento "es una buena señal".

Asimismo, Javaux consideró que Van Rompuy será respetado y confío en que cuente con los apoyos necesarios dentro de su partido y de la coalición gubernamental para poder estar al frente del nuevo gobierno antes de finales de año.

Hablar de "formador" de gobierno en Bélgica equivale a decir aspirante a primer ministro, sin embargo, no todos los que han desempeñado ese papel han acabado dirigiendo el ejecutivo.

Van Rompuy tendrá que presentar una opción que acepten los cinco partidos de la coalición y contar con el apoyo de sus dirigentes para poder ser el nuevo primer ministro.

Además, el rey deberá dar su visto bueno ya que tiene derecho de veto sobre el jefe del Gobierno y los miembros de su Gabinete.

La radiotelevisión pública RTBF recordó esta mañana que ya ha ocurrido que el "formador" no acabe siendo primer ministro, como pasó con Jean-Luc Dehaene, a quien Alberto II encargó el establecimiento de un ejecutivo que finalmente capitaneo Wilfried Martens.

La prensa belga considera hoy "la falta de deseo de poder" de Van Rompuy como una ventaja y destaca su vasta experiencia política.

Algunos diarios, como el Het Belang van Limburg, hablan ya de "nuevo primer ministro" y otros como la Libre Belgique se centran en "el sentido del deber" de Van Rompuy, que aceptó el encargo a pesar de las reticencias que había manifestado.

Van Rompuy, de 61 años, fue presidente del partido socialcristiano flamenco (CVP, antecesor del CD&V) entre 1988 y 1993, pero dejó su cargo para entrar en el primer gobierno de Jean-Luc Dehaene.

Durante dos legislaturas (hasta las elecciones de 1999), ejerció de viceprimer ministro y responsable del Presupuesto en el Ejecutivo de Dehaene, tras lo que el CVP pasó a la oposición tras casi medio siglo en el poder.