Pyongyang finalmente optó por una de las medidas menos radical de las que barajaba, al reducir en más de un 75 por ciento el número de surcoreanos que pueden permanecer en el complejo industrial ubicado en la ciudad fronteriza de Kaesong.

Este parque industrial es la principal fuente de divisas del país comunista y el símbolo del proceso de reconciliación y el desarrollo económico entre las dos Coreas, donde hasta ahora venían trabajando unos 4.100 surcoreanos.

Pero además es uno de los pocos proyectos conjuntos entre ambos vecinos en un momento en el que las relaciones bilaterales han topado con un dique seco.

La cifra de trabajadores fijada por Pyongyang es muy inferior a la que Seúl negociaba, y que perseguía que entre 1.600 y 1.700 ciudadanos de su país pudieran permanecer en Kaesong, donde 88 empresas surcoreanas emplean a unos 36.000 trabajadores norcoreanos.

Sin embargo, Corea del Norte había anunciado a mediados del mes pasado el cierre completo de la frontera terrestre con el sur.

Hoy esa amenaza se limitó a una severa restricción del flujo de personas y mercancías entre las dos Coreas.

Según la agencia surcoreana Yonhap, 56 trabajadores surcoreanos fueron rechazados este mismo lunes en la frontera y solo 542 personas pudieron cruzarla, en contraste con los más de mil surcoreanos que lo hacían a diario hasta la fecha.

Además, desde hoy únicamente 250 surcoreanos podrán atravesar la frontera en viajes diarios para transportar mercancías al complejo industrial, frente a los 500 que podían hacerlo con anterioridad.

Pero el endurecimiento de la política fronteriza con Corea del Sur, que Pyongyang considera una respuesta a la política hostil del conservador Lee Myung-bak, al frente del gobierno surcoreano, ha ido más allá.

También hoy entró en vigor la suspensión de la línea ferroviaria intercoreana que se inauguró hace un año.

Este ferrocarril transportaba hacia el sur mercancías producidas en Kaesong y a los turistas surcoreanos que participaban en el programa de turismo planificado a esta ciudad norcoreana.

Pyongyang cerró además la oficina de la Cruz Roja entre ambos países y cortó las líneas telefónica directa que los conectaba a través de la zona desmilitarizada de Panmunjom.

Las relaciones entre las dos Coreas empeoraron tras asumir la presidencia surcoreana Lee Myung-bak el pasado febrero, quien estableció una política más dura hacia el proceso de desarme nuclear norcoreano.

Corea del Norte acusó entonces al Gobierno conservador de Seúl de promover una "política de confrontación".

Desde el pasado mes de octubre, Pyongayng exige además a Seúl que frene el envío de panfletos contra el régimen comunista por parte de grupos civiles surcoreanos, en los que entre otros asuntos se especula sobre del estado de salud del líder norcoreano, Kim Jong-il.

Seúl, por su parte, lamentó el endurecimiento de la actitud de Corea del Norte y el portavoz del Ministerio de Unificación surcoreano, Kim Ho-nyoun, alegó que la restricción de acceso al complejo de Kaesong "genera barreras a la actividad de las empresas surcoreanas".

El portavoz recordó que estas medidas norcoreanas violan el acuerdo alcanzado entre las dos Coreas para solucionar los conflictos mutuos a través de diálogo y la negociación.