El presidente electo de EE UU, Barack Obama, en el que casi siete de cada diez estadounidenses dicen tener depositadas grandes esperanzas, quiere llevar a cabo una transición fluida pero los problemas han empezado ya a llamar a su puerta. Su equipo de transición, que empleará a 450 personas hasta la ceremonia de investidura del 20 de enero, mantuvo ayer su primera reunión para acelerar el proceso de nombramientos y trazar las líneas que marquen un nuevo rumbo para el país.

Ayer mismo, Obama designó al veterano ex senador Sam Nunn y al ex secretario de Estado Warren Christopher para dirigir las respectivas transiciones en los Departamentos de Defensa y Estado. Nunn, quien presidió el Comité de Asuntos Armados de la Cámara Alta, será una especie de "asesor informal" de Obama en el proceso de transición en el Pentágono, y una posición similar es la que tendrá Christopher, ex secretario de Estado con Bill Clinton, en el Departamento de Estado.

Estados Unidos está inmerso en dos guerras y tiene situaciones diplomáticas complicadas en lugares claves como Corea del Norte, Rusia o Irán. Pero a falta de nombramientos y decisiones, han comenzado ya los pronunciamientos y las críticas.

Los obispos, reunidos esta semana en Baltimore con motivo de su conferencia semestral, expresaron el martes una oposición implacable contra la próxima administración demócrata por su defensa del derecho al aborto.

Influyentes congresistas demócratas se oponen también a que se mantenga al director nacional de Inteligencia, Mike McConnell, y al director de la Agencia Central de Información (CIA), Michael Hayden, informó ayer el diario "The Washington Post", que espera que ambos altos cargos dejen sus cargos.

El mismo diario informó que Obama comenzará a revisar los archivos clasificados de los 250 presos de Guantánamo inmediatamente después de tomar posesión, dentro de los esfuerzos para cerrar la prisión estadounidense en Cuba.

El presidente saliente de Estados Unidos, George W. Bush, ha prometido una estrecha colaboración con el equipo de transición de Obama, pero los primeros roces son ya evidentes.