Estos datos los ha difundido la ministra francesa del Interior, Michèle Alliot-Marie, en una comparecencia de prensa junto al presidente de la compañía nacional de ferrocarriles (SNCF), Guillaume Pepy.

Tras recordar que cuando asumió la cartera del Interior alertó del riesgo de "un resurgimiento violento de la extrema izquierda radical", la ministra precisó que los arrestados están vinculados con un movimiento anarquista de ultraizquierda y que ninguno de ellos trabaja en la SNCF.

De acuerdo con las investigaciones hechas hasta ahora, que el presidente de la compañía calificó de "ejemplares", no hay "vínculos" entre los sabotajes y el personal de la compañía ferroviaria, aseguró Pepy.

Tras declararse aliviado por el hecho de que no haya ningún trabajador implicado, el presidente de la SNCF dijo que "hay más de un millón de personas en Francia que se interesan por el ferrocarril y su funcionamiento" y que, por lo tanto, no es extraño que los saboteadores tengan los conocimientos necesarios para bloquear las catenarias.

La red ferroviaria francesa, añadió, "es un objetivo para todos los grupos que tratan de impedir que la sociedad funcione".

Las investigaciones continúan y no se descartan nuevas detenciones en distintas regiones del país.

La responsable de Interior felicitó a los efectivos policiales que han llevado a cabo esta operación "en varios puntos del país".

También el presidente francés, Nicolas Sarkozy, difundió un comunicado en el que expresa su satisfacción por los "rápidos progresos" logrados en esta operación y por "la eficacia y la movilización" de las fuerzas policiales.

Los incidentes más graves tuvieron lugar el pasado sábado, día en el que se registraron retrasos de varias horas en los enlaces ferroviarios del este, norte y sureste de Francia, que afectaron a miles de pasajeros.

La compañía nacional de ferrocarriles comunicó que más de 160 trenes resultaron afectados por la colocación de barras metálicas en las catenarias (los cables de alimentación eléctrica del que obtienen la energía los convoyes).

Los retrasos afectaron sobre todo a las líneas de alta velocidad (TGV) que enlazan la capital francesa con el norte, que además conectan París con Londres, Bruselas y Amsterdam, hacia el este y hacia el sureste del país.

El presidente de la SNCF calificó entonces la colocación de objetos en las catenarias de "actos irresponsables" y recordó que sus autores, de ser identificados y procesados, pueden llegar a ser condenados a penas de hasta tres años de cárcel.