El primer ministro británico, Gordon Brown, reclamó ayer la "confianza" de su partido hasta las generales de 2010 horas después de sufrir su cuarto revés electoral consecutivo en uno de los feudos hasta ahora más seguros del laborismo, Glasgow Este, cuya pérdida podría precipitar el debate acerca de la continuidad de un dirigente hundido en los sondeos y que cuenta los comicios por derrotas en el poco más de un año que lleva en el número 10 de Downing Street.

El líder conservador, David Cameron, instó ayer al primer ministro a convocar elecciones generales tras la humillante derrota sufrida. "Creo que el primer ministro debería disfrutar de sus vacaciones, pero después creo que necesitamos unas elecciones", dijo Cameron a los periodistas en la puerta de su casa, en Londres.

Según los resultados conocidos ayer, el Partido Nacionalista Escocés logró darle la vuelta a la ventaja de 13.507 votos con que contaban los laboristas para vencer, por 365 votos. Con una participación del 42,25 por ciento, inferior al 48 por ciento de la pasada votación, los nacionalistas escoceses consiguieron 11.277 votos frente a los 10.912 de los laboristas. Los conservadores fueron la tercera fuerza más votada, con 1.639 votos, mientras que los liberales demócratas quedaron en cuarto lugar con 915 votos.

Con la falta de autoridad sobre unas bases que cuestionan abiertamente su liderazgo y una oposición que demanda el inmediato adelanto de las legislativas, Brown se enfrentó en el peor de los escenarios posibles a una de las citas más importantes de su formación, el Foro de Política Nacional que este fin de semana se celebra en Warwick, pero con el mensaje claro de que prevé agotar la legislatura.

Así, aunque los efectos del fracaso del jueves se verán tamizados por la paralización de la actividad parlamentaria debido al receso estival, el primer ministro es consciente de su vulnerabilidad y, por ello, en su intervención de ayer apeló a sus filas a "tener confianza" en las políticas que pretende promover en el próximo bienio para "convencer" a los británicos de que renueven el apoyo que desde 1997 ha mantenido a los laboristas en el poder.

En este sentido, retomó la teoría que mantiene desde la primera derrota en las locales del 1 de mayo de atribuir los contratiempos en las urnas a la "preocupación de la gente" por el alza de los precios y propuso una revolución encaminada al ahorro, especialmente en el ámbito energético, con la que apelar al bolsillo de los ciudadanos y eliminar la traba responsable, en su opinión, de horadar las posibilidades de lograr una cuarta victoria en las generales.

Además, como contrapunto, aprovechó para advertir del retroceso que supondría la vuelta de un Gobierno conservador y sus políticas recesivas en materias sociales, como el gasto en educación o salud, y de "recortes masivos" de impuestos para las rentas más altas. "No quiero levantarme de aquí en 24 meses y ver eso", subrayó, en lo que supuso la confirmación de su descarte a un adelanto electoral.

En consecuencia, su objetivo en su primera comparecencia en el foro, organizado para empezar a definir la estrategia para la cita de 2010, fue infundir confianza al escepticismo laborista, que cuestiona incluso el sentido de organizar una convocatoria sobre justicia, educación o salud.