La revista explicó que el artista Barry Blitt quiso "satirizar en la portada el uso de tácticas de miedo y de desinformación utilizadas en la campaña electoral para provocar que descarrile la campaña de Obama".

Sin embargo, el entorno de Obama no ha visto la gracia detrás de la caricatura, que muestra al senador afroamericano y su esposa en un salón en el que cuelga un cuadro de Osama bin Laden.

En el fondo, arde una bandera estadounidense en una chimenea.

El equipo de campaña de Obama reaccionó inmediatamente y ha dicho que la portada de la publicación es de "mal gusto y ofensiva".

"The New Yorker podría pensar, como un empleado de su equipo nos ha explicado, que la portada es un sátira de la caricatura que los críticos del ala derecha han intentado crear del senador Obama, pero la mayoría de los lectores la verán como de mal gusto y ofensiva; y nosotros estamos de acuerdo", afirmó su portavoz, Bill Burton.

El personal de la campaña de su rival, el republicano John McCain, se solidarizó con el senador de Illinois al afirmar en un mensaje de correo electrónico que está de acuerdo con Burton: la portada "es de mal gusto y ofensiva".

La portada de la revista se hace eco de una polémica que surgió en febrero cuando salió a la luz pública una fotografía de Obama en la que se ve al senador vestido de traje típico somalí.

La foto, tomada en 2006 durante un viaje de Obama a Kenia, el país natal de su padre, muestra al senador afroamericano ataviado con un turbante y una túnica blanca.

Entonces también circuló el rumor de que Obama era musulmán, algo que el senador ha desmentido en numerosas ocasiones.