La República Checa y EE UU firmaron ayer un acuerdo para instalar en suelo checo un radar del sistema estadounidense antimisiles, a pesar de las reticencias de Rusia. Praga, que se integró en la Alianza Atlántica en abril de 2004, da así un salto cualitativo en su cooperación con Washington y cierra una nueva etapa en su alejamiento de la influencia de Moscú, bajo cuya tutela vivió cuatro décadas en el siglo pasado, si bien los vínculos económicos de ambas partes se han reactivado con fuerza.

El radar antimisiles fue considerado un "hito significativo" por la secretaria de Estado estadounidense, Condoleezza Rice, quien acudió a Praga a suscribir el acuerdo. "Es un pilar no sólo para la seguridad de EE UU y la República Checa, sino también de la OTAN y, en último lugar, de toda la comunidad internacional porque afrontamos importantes amenazas", afirmó.

Karel Schwarzenberg, ministro de Exteriores checo, señaló tras la firma que "este acuerdo emana de una política consistente de la República Checa orientada a garantizar la seguridad" y "profundizar en las relacione euro-atlánticas".

Estados Unidos quiere instalar también diez baterías interceptoras de cohetes en Polonia dentro de su proyecto antimisiles, pero el acuerdo al respecto pasa por dificultades, debido a las demandas de Varsovia para recibir ayudas con las que modernizar sus sistemas defensivos.

Por su parte, Rusia advirtió ayer de que responderá con medidas militares si Estados Unidos llega a desplegar su escudo antimisiles en Europa del Este, cerca de sus fronteras. "Si frente a nuestras fronteras comienza el despliegue real del sistema estratégico de defensa antimisiles de EE UU, nos veremos obligados a reaccionar con métodos militares y técnicos", amenazó el ministerio de Exteriores ruso.