Ante esta situación, la comunidad internacional ha pedido en reiteradas ocasiones un aplazamiento de los comicios e incluso la apertura de un proceso de diálogo entre el actual Gobierno y la oposición para plantear la posibilidad de la formación de un gabinete de unidad.

Aunque el presidente zimbabuense ha reiterado en los últimos días su disposición a mantener conversaciones con el partido de Tsvangirai, el Movimiento por el Cambio Democrático (MDC), no ha llevado en ningún momento la iniciativa y continúa con su viaje por todo el país para hacer campaña para las elecciones de mañana.

Mientras Mugabe promocionaba su candidatura, las fuerzas de seguridad han detenido en las últimas semanas a cientos de activistas de la oposición y han impedido que Tsvangirai hiciera campaña, al ser detenido en hasta cuatro ocasiones, siendo puesto en libertad a las pocas horas.

Además, la Policía también ha registrado varias oficinas del partido opositor, en una de ellas deteniendo a decenas de personas, muchas simpatizantes que habían utilizado el edificio como refugio debido a la fuerte campaña de represión puesta en marcha en todo el país desde que Tsvangirai se proclamó vencedor, aunque con mayoría simple, de la primera vuelta de las presidenciales.

"Nuestras oficinas fueron registradas por policías antidisturbios armados. Trajeron perros rastreadores y encontraron a más de 200 víctimas de la violencia política que se refugiaban en la oficina. No arrestaron a nadie", explicó el portavoz del MDC, Muchauraya Pishai.

Para el líder opositor, es imposible para su partido presentarse a la segunda vuelta electoral porque el MDC no puede ofrecer seguridad a sus votantes en tres cuartas partes del país. "El Ejército, la milicia, los veteranos de guerra han hecho casi inaccesible ir a cualquier parte del país", manifestó Tsvangirai.

Esta situación provocó que el MDC anunciara el pasado domingo su retirada de los comicios, alegando que sus simpatizantes pondrían sus vidas en peligro al ir a votar. Sin embargo, la Comisión Electoral, controlada por el Gobierno de Mugabe, ha declarado que esta renuncia no tiene validez, por lo que ha mantenido los comicios para hoy.

REFUGIO EN LA EMBAJADA HOLANDESA

La tensión política llevó a Tsvangirai, que considera que Mugabe no ha convocado unas elecciones sino una "guerra" en el país, a refugiarse en la Embajada de Países Bajos el lunes, edificio del que sólo salió ayer para dar una rápida rueda de prensa en su casa. En su declaración a los medios, pidió a la Unión Africana (UA) que, con apoyo de Naciones Unidas, favorezca un cambio de régimen en Zimbabue que acabe con casi 30 años de gobierno de Mugabe.

"Las elecciones no son una solución. Sólo con una posición negociada podría verse a este país salir de la crisis. Si (un gobierno de unidad nacional) está en la baraja, pondremos la vista en él", subrayó, al tiempo que insistió en que su partido está "abierto a cualquier negociación", pero que todavía no se le ha dado esta posibilidad.

Durante toda la semana, las instituciones internacionales y países de todo el mundo han reclamado al presidente un aplazamiento de los comicios o, al menos, abrir un diálogo con la oposición para acabar con la crisis política que, unida a la económica --en Zimbabue la inflación alcanzó cifras del 165.000 por ciento en febrero-- ha sumergido al país africano en una situación insostenible.

En el mayor ejercicio de presión sobre Mugabe hasta el momento, un comité de seguridad de la Comunidad de Desarrollo de África Austral (SADC) reunido en Suazilandia instó a aplazar la votación, señalando que las condiciones en el país no son favorables para la celebración de unas elecciones justas. "Es la opinión adoptada en la cumbre del organismo que la celebración de las elecciones en las circunstancias actuales socavaría la credibilidad y la legitimidad de su resultado", indicó la SADC.

Además, el portavoz del Gobierno sudafricano, Themba Maseko, indicó que un importante negociador, Sydney Mufamadi, se encuentra en Harare debatiendo las opciones, que incluyen el aplazamiento de la votación. Sudáfrica es el mediador designado por la SADC en la crisis del país vecino, aunque su presidente, Thabo Mbeki, ha sido muy criticado por emplear una línea demasiado blanda e inefectiva frente al presidente Robert Mugabe.

Pero el propio Mugabe advirtió ayer de que, aunque tiene previsto asistir el próximo fin de semana a la cumbre de la Unión Africana (UA) en Egipto, desde el exterior no se le podrá imponer a Zimbabue ninguna solución y que está dispuesto a responder ante cualquier desafío que venga de la UA con respecto al proceso electoral.

DECLARACIÓN DEL CONSEJO DE SEGURIDAD

No ha sido sólo la UA o los países africanos los que han instado a Mugabe a acabar con la crisis, sino que el Consejo de Seguridad de la ONU declaró el pasado lunes que en este momento es imposible que se lleven a cabo unas elecciones "libres y justas" en Zimbabue debido a la agitación y a las restricciones impuestas a la oposición.

"El Consejo de Seguridad lamenta que la campaña de violencia y las restricciones sobre los opositores políticos hayan hecho imposible que unas elecciones libres y justas tengan lugar el 27 de junio", reza el comunicado del órgano.

A pesar de todo, el texto fue suavizado ya que en la primera versión, el Consejo culpaba explícitamente al Gobierno de Mugabe de la crisis y decía que el líder opositor sería el sucesor legítimo si no pueden llevarse a cabo las elecciones, previstas para el viernes. Aun así, la versión final dice que el Consejo "resalta que los resultados de las elecciones del 29 de marzo de 2008 deben ser respetadas".

Por su parte, países como Estados Unidos, Reino Unido o Francia han considerado una "farsa" los comicios de mañana y apuestan por actuar imponiendo sanciones al régimen zimbabuense. Además, personalidades como Nelson Mandela o el arzobispo Desmond Tutu, ambos premios Nobel de la Paz, han calificado a Mugabe como "trágico fracaso de liderazgo", en el primer caso, o "Frankenstein", en el segundo.

A pesar de todo, la comunidad internacional poco más puede hacer frente a un país soberano. Estados Unidos consideró esta semana que los países rechazarán cualquier intento por parte del presidente de Mugabe de proclamar su reelección después de la segunda vuelta.

"Si las elecciones se celebran y Mugabe se declara presidente otra vez (de acuerdo a los resultados), creo que va a ser rechazado por unanimidad por la comunidad internacional", afirmó el portavoz del Departamento de Estado Tom Casey.

Sin embargo, la presión contra los activistas de la oposición continúa y, como añadió el propio Casey, "todo lo que podemos hacer es continuar dejando claro al Gobierno de Mugabe que el objetivo de esta violencia política, que asegura la continuidad de su régimen, no es algo que pueda hacerse efectivo".