El arquitecto valenciano Santiago Calatrava inauguró ayer en Jerusalén su puente colgante, una obra que ha generado el rechazo de buena parte de la población pero que él considera "el más bello" que ha construido hasta ahora. "El aspecto más importante de este puente es que está en Jerusalén: una ciudad con un enorme significado, por ser la mayor encrucijada de religiones en el mundo", afirmó el arquitecto español.

Precisamente, el carácter simbólico e histórico de la ciudad, que acoge los principales centros de peregrinación judíos y cristianos y algunos musulmanes, es el que ha desatado críticas hacia la obra arquitectónica, levantada con 4.200 toneladas de hormigón y acero de alta resistencia. Para él, la monumental obra, que traza una larga curva de 360 metros y está sostenida por 70 cables de acero blanco, "es un puente de hoy en contraste con el carácter histórico de la ciudad", dijo.