Los militares estadounidenses culpan de este nuevo ataque, que se produjo cuando los dos funcionarios acudían a una reunión en las dependencias municipales de este distrito chií de la capital iraquí, a renegados del Ejército del Mahdi, controlado por el clérigo Muqtada al-Sadr.

Aunque la Policía iraquí aseguró que la explosión se produjo por el ataque de un suicida, el Ejército estadounidense dijo haber capturado a un hombre tratando de huir de la escena de los hechos y al que realizaron una prueba de residuos de explosivos que resultó positiva. Esto podría suponer que la bomba estaba en el interior del edificio y no que fuese adherida al cuerpo de un insurgente, como se pensó en un primer momento.

Un miembro de la delegación municipal en Ciudad Sadr, Mahmoud al-Zamili, explicó que la explosión se produjo dentro de la oficina del jefe de la delegación, que se halla herido de gravedad tras el ataque, cuando éste iba a reunirse con dos funcionarios del Gobierno estadounidense, pertenecientes a los departamentos de Estado y de Defensa. Junto a los dos civiles norteamericanos causaron baja dos soldados del Ejército de EE.UU. además de seis civiles. Fuentes médicas informaron de al menos otros diez iraquíes heridos.

El Ejército estadounidense y la Policía iraquí acordonaron rápidamente las dependencias municipales, situadas en un barrio chií considerado el bastión del clérigo radical chií Muqtada al-Sadr y sus milicias del Mahdi, que durante semanas han librado aquí intensos combates con las Fuerzas de Seguridad iraquíes hasta que se firmó un alto el fuego que sigue siendo efectivo. Por ello, los militares norteamericanos atribuyen el ataque a renegados del Ejército del Mahdi, que, sostienen siguen siendo entrenados y provistos por Irán.

GANARSE A LOS CIUDADANOS

Los funcionarios norteamericanos tratan de trabajar mano a mano con los miembros del Gobierno iraquí, en un intento por mejorar las diferentes ramas del Ejecutivo y restaurar los servicios básicos en todo el país cinco años después de que comenzara la guerra. Dichos esfuerzos han ido a más con la caída de bajas estadounidenses en Irak, que se ha reducido drásticamente en el último año y medio, aunque no pueda decirse lo mismo de las muertes civiles. Por ello, los soldados estadounidenses visitan las diferentes delegaciones municipales en sus patrullas diarias.

De hecho, el barrio de Ciudad Sadr es uno de esos distritos en los que resulta esencial que el Gobierno iraquí recupere cuanto antes sus competencias y pueda ofrecer una alternativa a los seguidores de Al-Sadr, que incrementa su fuerza en este bastión chií gracias a su capacidad para responder a las necesidades de alimentos y otros bienes que tienen los ciudadanos. Durante los últimos años, el control gubernamental ha sido mínimo o nula en un distrito en el que habitan más de dos millones de chiíes.