La Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria Mundial: los Retos del Cambio Climático y la Bioenergía concluyó hoy con la promesa de que se acabará con el hambre que amenaza a 1.000 millones de personas, pero los defensores de los más desfavorecidos dijeron que los países ricos tienen que comprometerse a desarrollar medidas para el largo plazo para aumentar la producción de petróleo y liberar los mercados.

Los 183 países que participaron en la conferencia de tres días celebrada en Roma consiguieron evitar por poco lo que habría sido un final embarazoso, es decir, no haber alcanzado un acuerdo final, cuando los representantes latinoamericanos manifestaron su oposición a partes de la declaración. Finalmente, todos se comprometieron a "eliminar el hambre y garantizar alimentos para todos, hoy y mañana".

Los delegados de los países y los representantes de las organizaciones internacionales coincidieron en que la cumbre había tenido éxito de situar como un tema prioritario en la agenda global el aumento de los precios de los alimentos. "Si no algo más, las naciones se unieron para reconocer el problema", dijo el secretario de Agricultura estadounidense, Ed Schafer.

La FAO convocó la cumbre para discutir el impacto de las pobres cosechas, el alto coste del petróleo y el aumento de la demanda, especialmente de los países asiáticos que están registrando un crecimiento acelerado. Los precios de las materias primas se han doblado en los últimos dos años, y el Banco Mundial estima que 100 millones de personas corren el riesgo de sumarse a los 850 millones de personas que ya pasan hambre.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha observado que los precios del arroz, el maíz y el trigo se están alejando de los máximos, pero advierte de que seguirán creciendo hasta un 50 por ciento más en la próxima década. Además, la FAO calcula que la producción de alimentos debe aumentar un 50 por ciento hasta 2050 para responder a la demanda.

Las ONG piden a los gobiernos compromisos concretos

Las ONG instaron a los países ricos a adquirir compromisos más tangibles y, en este sentido, propusieron que en la cumbre de los ocho países más industrializados --conocidos como el G8-- que se celebra en julio en Hokkaido, Japón, se presenten medidas concretas.

Ayuda en Acción celebró la atención que ha suscitado la conferencia hacia las necesidades urgentes provocadas por la crisis alimentaria, pero lamentó que "los gobiernos no han adquirido ningún compromiso serio a largo plazo".

"Hay una conciencia creciente de que los países ricos no pueden seguir dando con una mano y quitando con la otra", dijo Barbara Stocking de Oxfam. "A no ser que cambien el injusto mercado internacional, los biocombustibles y las políticas agrícolas, la crisis de las agriculturas de los países en desarrollo continuará".

La liberalización de los mercados constituyó un escollo en la negociación sobre la declaración final. Argentina, país exportador de cereales y carne de vacuno, puso objeciones a las críticas que se incluyen en la declaración de medidas para limitar las exportaciones como la que ha sido impuesta en este país para proteger a los consumidores de la inflación registrada sobre los alimentos, medida que ha provocado el descontento de sus agricultores.

El secretario estadounidense Schafer dijo que los países tienen que entender que tales restricciones provocan inflación sobre los alimentos. También culpó a los países asiáticos de acumular reservas de arroz, provocando, a su juicio, los altos precios del arroz que incluso han empujado a la población a protagonizar revueltas.

"Entendemos que los países quieren proteger su abastecimiento alimenticio y garantizar que hay comida suficiente para sus propios ciudadanos, pero cuando hay una barrera del mercado (...) los precios aumentan", dijo Shafer a los periodistas.

Cuba y sus aliados regionales, incluidos Venezuela y Argentina, manifestaron sus objeciones a la declaración de la conferencia, sobre la que el delegado cubano Orlando Requeijo Gual dijo que "francamente desatiende las necesidades vitales de aquellos que sufren hambre".

Criticando las sanciones estadounidenses sobre Cuba, éste destacó las "estrategias siniestras de utilizar cereales para combustible", en referencia a los biocombustibles, cuyos críticos denuncian que desvía las cosechas de la alimentación hacia los coches.

Estados Unidos y Brasil defendieron utilizar maíz y caña de azúcar respectivamente para fabricar etanol, argumentando que éste es un factor menor en el aumento de precios de los alimentos. La declaración adoptada hace referencia tanto a los "desafíos como a las oportunidades" de los biocombustibles.

Aunque la cumbre no tenía el objetivo de producir compromisos de ayuda o establecer nuevas políticas globales, los delegados anunciaron un incremento de sus donaciones para combatir el hambre y promover el desarrollo agrícola, según informó la FAO en un comunicado. Estos fondos beneficiarán a los países que más sufren el impacto de la crisis mundial de alimentos.

La ayuda, a la que han contribuido organismos internacionales y varios países, asciende a casi 4.500 millones de euros y está destinada a que los países más necesitados puedan producir alimentos suficientes para abastecer su propio consumo, lo cual contribuirá a lograr una seguridad alimentaria constante por medio de la inversión en agricultura e investigación.

Los organismos internacionales y países que han anunciado nuevas ayudas son: el Banco Africano de Desarrollo (más de 600 millones), el Banco Islámico de Desarrollo (más de 900 millones), el Banco Mundial (770 millones), el Fondo de Respuesta de Emergencia de la ONU (65 millones), España (500 millones), Francia (1.000 millones), Japón (100 millones), Kuwait (60 millones), Nueva Zelanda (5 millones), Países Bajos (50 millones), Reino Unido (380 millones) y Venezuela (65 millones), según la FAO.

El principal objetivo de la conferencia era situar el hambre como una prioridad en la agenda de la cumbre del G8 del próximo mes. Para entonces, según lo previsto, el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, habrá emitido un plan de acción.

El debate en Roma sobre los potenciales beneficios de las nuevas reglas del mercado global para los agricultores pobres también dará un empujón hacia la conclusión de las conversaciones de la ronda de Doha de la Organización Mundial de Comercio (OMC).

"Esto es un tema prioritario en la agenda global y no es demasiado pronto para nadie", dijo la directora del Programa Mundial de Alimentos (PAM), Josette Sheeran. "El hambre está en marcha", alertó.