Diecisiete meses después de ocurrir los hechos, un juez del distrito de Queens declaró a los tres policías "no culpables" de los ocho delitos de que estaban acusados, entre ellos los de homicidio voluntario e involuntario.

El veredicto dado a conocer hoy por el juez Arthur Cooperman fue recibido con pesar y dolor por los familiares y allegados de Bell y de los dos amigos suyos que fueron heridos en el tiroteo, ocurrido en la madrugada del 25 de noviembre de 2006 a las afueras de un club de streap-tease en el barrio neoyorquino de Queens.

Dos de los detectives, Michael Oliver y Gescard Isnora, que efectuaron la mayoría de disparos, estaban acusados de homicidio voluntario e involuntario, entre otros delitos.

El tercer policía implicado en el suceso, Marc Cooper, afrontaba un delito de imprudencia temeraria, un cargo menor dado que los disparos que efectuó no alcanzaron a las víctimas.

Este caso ha acaparado la atención de los estadounidenses y en particular de la comunidad afroamericana, debido a que Bell pertenecía a esa minoría y dos de los tres policías implicados en el tiroteo también son de raza negra.

Además, este caso reavivó en la memoria de los neoyorquinos el caso de Amadou Diallo, quien murió en 1999 después de que cuatro policías blancos le disparasen 41 veces pese a que estaba desarmado.

Los policías en aquella ocasión también fueron absueltos en el juicio que se celebró en su contra, lo que dio lugar a numerosas protesta en Nueva York y a centenares de detenciones, a la vez que elevó la tensión entre la policía y la comunidad afroamericana.

En esta ocasión, tanto el alcalde de Nueva York, Michael Bloomberg, como el jefe de la Policía, Ray Kelly, declararon en días recientes que confiaban en que los neoyorquinos acogerían el veredicto con tranquilidad y que no ocurrirían actos de violencia.

No obstante, la policía ha reforzado sus efectivos en algunos puntos de la ciudad relacionados con este caso.

Los detectives prefirieron que el juicio en su contra se celebrase sin jurado y que fuera solamente un juez quien oyera los argumentos de las partes y tomara la decisión final.

La defensa de los policías, que se declararon inocentes de las acusaciones, trató de demostrar que los detectives usaron sus armas porque creían que Bell y sus amigos iban a tomar una pistola de su vehículo para resolver una disputa con otro cliente del club.

La acusación trató de demostrar que los agentes usaron sus armas sin justificación contra hombres desarmados y sin que los detectives se identificaran previamente como policías, lo que hizo que Bell y sus amigos trataran de huir en su vehículo al sentirse amenazados por alguien que portaba un arma.