El jefe de Gabinete argentino, Alberto Fernández, dijo hoy que la reunión de las cuatro patronales con la jefa del Estado "es una muy buena oportunidad para que conozcan de boca de la presidenta las ideas sobre el sector y sobre las posibilidades de acordar un plan de acción".

En declaraciones a Radio América de Buenos Aires, agregó que se ha pasado "mucho tiempo sin diálogo", y resaltó que la petición de los agricultores de celebrar esta reunión y la "respuesta rápida" de la presidenta "es un gesto claro de todos de tener vocación de sentarnos a dialogar y encontrar soluciones para un sector".

El ministro argentino subrayó que el sector agropecuario "tiene un futuro importante, teniendo en cuanta que el mundo está demandando alimentos como nunca y Argentina es un buen productor de alimentos".

La Confederación Intercooperativa Agropecuaria (Coninagro), la Federación Agraria Argentina (FAA), las Confederaciones Rurales Argentinas (CRA) y la Sociedad Rural Argentina (SRA) solicitaron la cita con la presidenta tras suspender el pasado día 2 durante un mes la huelga comercial que llevaban a cabo desde hacía tres semanas.

La medida de protesta fue convocada después de que el Gobierno argentino decidiera imponer nuevos impuestos a las exportaciones de granos, con fuertes alzas para los casos de la soja y el girasol.

"Finalmente es una discusión de intereses, exactamente es esto, es una discusión de cuánto se queda el productor y cuánto debe dejar en el Estado, teniendo en cuenta, además, que la medida (...) claramente preservó los precios internos", alegó el jefe de Gabinete.

Por su parte, Cristina Fernández dijo hoy en un acto que los impuestos a las exportaciones de granos representan apenas el 3,9 por ciento de las aportaciones que recibe el Fisco.

"Es bueno que los argentinos sepamos exactamente lo que cada uno aporta a los recursos que tenemos que distribuir. (...) Quienes más siguen aportando son los que menos tienen, los trabajadores", dijo Fernández en un acto en la sede del Ejecutivo, donde los dirigentes agropecuarios aguardaban para reunirse con la presidenta.

Los 21 días de huelga comercial supusieron un fuerte desgaste de la relación entre el campo y el Gobierno de Fernández, que además enfrentó las primeras protestas en las calles contra su gestión, iniciada hace cuatro meses.

La decisión de los agricultores de no enviar su producción a los mercados y de impedir el transporte de mercancías no sólo afectó a la llegada de alimentos básicos a las ciudades, también golpeó la actividad industrial por falta de materias primas para su manufactura.