La cumbre EEUU-Rusia celebrada este fin de semana en Sochi, una ciudad balneario a orillas del mar Negro, se cerró hoy con la firma de un acuerdo marco estratégico que fija las líneas maestras de la relación bilateral para el futuro en áreas como la lucha contra el terrorismo o la economía.

Pero el documento también deja patentes las profundas diferencias que persisten entre Washington y Moscú en lo que respecta al escudo de defensa antimisiles que EEUU planea en Europa del Este, uno de los puntos más espinosos de la relación bilateral en los últimos meses.

Rusia expresa en el texto que "no está de acuerdo con la decisión" de ubicar el escudo en Polonia -donde se desplegarán diez lanzaderas de misiles interceptores- y la República Checa -donde se levantará un radar-. Putin ha propuesto en ocasiones anteriores Azerbaiyán como sede alternativa.

Moscú ve el dispositivo como una amenaza contra su territorio.

EEUU asegura que el objetivo es impedir ataques de países hostiles de Oriente Medio.

Para calmar los temores de Rusia, EEUU ha ofrecido garantías como permitir que expertos rusos inspeccionen el sistema o el no activarlo hasta que Irán, u otro país hostil en el área, efectúe una prueba de misiles balísticos contra Europa.

Los dos líderes han asegurado que sus países se esforzarán en llegar a un acuerdo, y se han declarado "cautelosamente optimistas", pero han reconocido que queda "mucho trabajo" por delante.

Putin declaró, en una rueda de prensa conjunta, que "el diablo está en los pequeños detalles. Es importante que los expertos decidan cuáles serán las medidas de garantía y cómo se llevan a cabo".

Permanece también la discusión sobre asuntos como la ampliación de la OTAN hacia el este, en particular hacia las repúblicas ex soviéticas de Ucrania y Georgia.

En cualquier caso, quien tendrá que ocuparse de ello a partir del mes próximo será su sucesor, Dimitri Medvédev, que asume la presidencia el 2 de mayo.

Putin afirmó hoy que el nuevo presidente será quien tenga las competencias en política exterior. El primer ministro, el cargo al que aspira, se centrará en cuestiones internas.

Uno de los objetivos de Bush en la cumbre era, precisamente, tomarle la medida a Medvédev, elegido personalmente por Putin para ser su heredero político.

El presidente estadounidense afirmó que su primera impresión había sido "muy favorable" y que parece "un tipo directo", aunque subrayó que sólo se reunieron por espacio de veinte minutos.

Su próxima cita será en la cumbre del Grupo de los Ocho países más desarrollados en Japón el próximo julio. Para entonces estará más claro qué cambios hay, si hay alguno, en la política exterior rusa.

Medvédev aseguró hoy que piensa continuar las relaciones entre Rusia y EEUU como lo ha hecho su predecesor, Vladímir Putin.

En los últimos siete años, Putin y Bush han "hecho mucho por avanzar las relaciones" entre sus dos países y eso ha sido "un factor clave en la seguridad internacional", declaró el presidente electo, que agregó que "me gustaría hacer cuanto esté de mi parte para continuar ese trabajo".

Cuando se encontraron hace siete años, Bush afirmó de Putin que le había mirado a los ojos y había podido leer su alma. Los dos mandatarios han mantenido una buena relación personal, pese al deterioro de sus relaciones exteriores.

De momento, Bush y Medvédev han empezado con un pie muy diferente. Si en su primer encuentro el presidente estadounidense recibió a Putin con un abrazo, a su sucesor le dio sólo un apretón de manos. Y si le miró a los ojos y vio su alma, no lo dijo.