La mandataria vive las horas más bajas de su corta gestión tras 20 días de paro agrario que han derivado en desabastecimiento de alimentos básicos en grandes ciudades y pérdidas millonarias superiores a las que pretendía recaudar con el incremento de los impuestos a la exportación de granos que originó el conflicto.

Por cuarta vez desde que comenzó la protesta agraria, Fernández se dirigió hoy a la nación, mientras su equipo económico negocia con las cuatro patronales del sector.

"Dividir a los productores levantados y minar su imagen ante el resto de la sociedad aparece ahora como el objetivo central de la Casa Rosada", señalaba hoy el analista Martín Rodríguez Yebra.

Si el gobierno consigue su objetivo, es posible que las organizaciones levanten el paro mañana, miércoles, y se sienten a dialogar sobre la situación del campo argentino.

Entretanto, el ex presidente Néstor Kirchner ha puesto en marcha, por segunda vez en una semana, la maquinaria peronista para demostrarle a los productores agrarios y a la oposición que su esposa no está sola en la pelea.

Columnas de sindicalistas, piqueteros y organizaciones sociales próximas al Partido Justicialista (PJ, peronista, en el poder) colapsaron el centro de la capital para alcanzar la Plaza de Mayo, donde Fernández llamó a los agricultores a desbloquear las carreteras del interior del país y dejó claro que no le falta coraje para cumplir con el mandato presidencial.

"No se confundan con mi aparente fragilidad", dijo la presidenta ante miles de simpatizantes en la Plaza de Mayo, frente a la Casa Rosada (Casa de Gobierno), durante un discurso enérgico plagado de menciones a su triunfo electoral, a los logros de Kirchner y evocaciones al fantasma de la dictadura militar (1976-1983).

"Los argentinos nos hemos alejado del infierno y no queremos volver a él", afirmó Cristina Fernández, que se presentó impecable, con la melena algo más corta, y un discreto traje azul, a darse un baño de multitudes en "la plaza del reencuentro y la reconciliación de los argentinos", dijo.

Fernández recuperó así, simbólicamente, el escenario donde la pasada semana se enfrentaron piqueteros peronistas y vecinos de Buenos Aires descontentos con la política gubernamental por primera vez bajo su mandato.

Hoy, tras dejar claro que no se amedrentará y acusar a las patronales agropecuarias de apoyar la dictadura militar que sumergió a Argentina en la etapa más negra de su historia, Fernández bajó el tono y "rogó" a los productores agrarios que levanten los piquetes y liberen el tránsito en las carreteras.

Después, arropada por Kirchner, abandonó el escenario y bajó a estrechar las manos de sus seguidores antes de abandonar el recinto en helicóptero, como acostumbra a desplazarse por la ciudad.