La incógnita de la consulta no era si la nueva Constitución sería aprobada, toda vez que nadie pedía el "no", sino cuánta gente acudiría a votar, pues la oposición había pedido boicotear la consulta.

Ya fuera por apatía política o por seguir la consigna opositora, el hecho es que era flagrante la escasa participación en los colegios de El Cairo, tanto en los barrios populares como en los acomodados, donde la vida proseguía su curso normal.

Nada más cerrar los colegios electorales, a las 19.00, hora local (17.00 GMT), el ministro egipcio de Información, Anás Al Fiqi, ofrecía los primeros resultados provisionales: una participación de entre el 23 y el 27 por ciento, que en El Cairo oscilaba entre el 20 y el 21 por ciento.

Sin embargo, Mohamed Habib, el "número dos" de los Hermanos Musulmanes, el principal grupo opositor y la fuerza con mayor poder de convocatoria del país, aseguró a Efe que tenían constancia de que la participación "ni siquiera alcanzó el tres por ciento".

El grupo islamista, que está sufriendo una creciente represión gubernamental en los últimos meses, no pudo situar a observadores dentro de los colegios, pero Habib afirmó que hicieron una intensiva "observación desde lejos".

Los Hermanos Musulmanes son precisamente unos de los grandes perdedores con la nueva Constitución, que prohíbe definitivamente mezclar religión y política y cierra así el paso a las llamadas "candidaturas independientes" en las que hasta ahora se amparaban los islamistas.

Otras de las enmiendas que más ha disgustado a la oposición, tanto islamista como laica, han sido la introducción de una ley antiterrorista que consagra la conculcación de numerosos derechos, o la anulación de la obligatoriedad de la supervisión judicial de las elecciones, o el hecho de que no se impongan límites a los mandatos presidenciales.

Según pudo comprobar Efe, la propaganda por el "sí" en el referéndum estaba pegada en la misma entrada de los colegios electorales, junto a fotografías del presidente Mubarak.

Era un "sí a la modernización de Egipto" o "sí a la lucha contra el terrorismo", como rezaban las pancartas puestas a toda prisa en las plazas públicas en los últimos días.

El referéndum fue convocado con solo seis días de antelación y apenas ha habido tiempo de explicar con detalle los 34 artículos enmendados, que por cierto han causado "inquietud" y "preocupación" a Estados Unidos, según dijo la secretaria de Estado norteamericana, Condoleezza Rice, al propio Hosni Mubarak el pasado fin de semana.

"Sólo el pueblo egipcio tiene el derecho a exponer su visión del referéndum... Si no lo eres (egipcio), pues gracias, pero se trata de nuestro desarrollo y de nuestro país", le respondió a Rice el ministro egipcio de Exteriores, Ahmed Abul Gheit, en un tono inusualmente áspero.

En todo caso, los egipcios que quisieron "exponer su visión" tampoco lo tuvieron fácil si no era la misma que la del gobierno: hoy el centro de El Cairo amaneció tomado por la policía porque el movimiento opositor Kifaya ("Basta") había anunciado una manifestación contra el referéndum.

Fue tal el despliegue policial que al final sólo una treintena de personas se atrevieron a desafiar los cordones de seguridad y gritar contra el referéndum.

"Les vamos a dejar manifestarse, pero bajo control policial, para que no perturben la paz ciudadana", dijo el ministro de Información para justificar el virtual estado de sitio en que se encontraba el centro de la capital.