El nuevo rey de Arabia Saudí, Abdalá Bin Abdelaziz, y su heredero, el príncipe Sultán, recibieron ayer la mubaia, una tradición que proviene de la época del profeta Mahoma y en la que el pueblo expresa su apoyo a sus nuevos gobernantes.

Líderes tribales, clérigos, gobernadores y alcaldes procedentes de las catorce provincias, acompañados por cientos de ciudadanos anónimos, desafiaron al calor y se desplazaron hasta el palacio presidencial para desearle al anciano nuevo rey un feliz y justo Gobierno.

"Cumplimos con lo estipulado por el profeta en el sagrado Corán. Hoy es un gran día para el reino", explicó con satisfacción un clérigo a la salida del palacio.

De pie, con una sonrisa serena, Abdalá, de 81 años, y el príncipe Sultán, de 77, estrecharon la mano y abrazaron a cada uno de los presentes.

La mubaia se celebra escasos dos días después de que se anunciara la muerte del rey Fahd, fundador de la Arabia Saudí moderna, fallecido el lunes a la edad de 84 años tras una larga enfermedad. El mismo día, y conforme a la ley vigente en el reino, Abdalá fue designado nuevo monarca, y el príncipe Sultán, príncipe heredero del primer país productor y exportador de crudo del mundo.

El nuevo soberano ya gobernaba de facto el país, desde que su hermanastro y predecesor sufriera, en 1994, una embolia cerebral que le dejó incapacitado.

Fahd fue enterrado el martes en Riad, en una tumba anónima del cementerio Al-Oud, de la capital, tras una corta y austera ceremonia religiosa, tal y como exige la corriente radical islámica wahabí que rige en el reino.

A las sencillas exequias asistieron más de treinta jefes de Estado, que tras el acto expresaron su pesar a Abdalá y le felicitaron por su ascenso al trono.

El nuevo liderazgo saudí asume la dirección en uno de los momentos más críticos para el reino desde su fundación hace más de setenta años. La radicalización violenta del islamismo ha puesto en jaque la estabilidad de un régimen apoyado en la interpretación estricta del islam y el dinero del petróleo.